La discusión que se ha suscitado entre si adoptar un enfoque de seguridad o uno de diálogo para abordar el conflicto indígena es estéril, pues ninguna de las dos estrategias apunta a enfrentar, ni menos aun resolver, las causas profundas de un conflicto que, entre sus múltiples connotaciones, tienen una evidentemente territorial.

Puestos a optar entre ambas alternativas, sin duda el diálogo parece una mucho más viable para comenzar a pensar en una solución de largo plazo. Pero no cualquier diálogo. Sino uno que parta por ponerse en el lugar del otro, en el reconocimiento y la valoración de lo que significa ser chileno y lo que significa ser mapuche.

Sabemos que, entre las muchas cuestiones que chilenos y mapuches entendemos de forma diferente, una clave es el valor que unos y otros asignamos a la tierra y al territorio.

Reconocer la dimensión territorial del conflicto indígena puede ser un buen punto de partida para comenzar a avanzar en una comprensión compartida de un problema que tiene múltiples causas y consecuencias. No es ni sólo un asunto de violencia y terrorismo, ni un problema de rezago socioeconómico y pobreza, ni del reparto de tierras, ni de falta de oportunidades económicas.

El territorio es el espacio, tanto físico como socialmente construido, donde todos estos múltiples problemas se expresan y configuran de manera particular, dando lugar a lo que conocemos como el conflicto indígena. Difícilmente podremos avanzar en una solución compartida de un problema, si ni siquiera somos capaces de construir una visión compartida del mismo.

Estas ideas no son sólo retóricas. Además de ser una abierta invitación al diálogo, tienen directa relación con las estrategias de política pública que es posible implementar para enfrentar el conflicto. Sobre todo en relación con la estrategia de seguridad, hemos escuchado estos días que la Araucanía no es distinta del resto del país. Abordar el conflicto desde un enfoque territorial es, justamente, una invitación en sentido opuesto, a reconocer la particularidad y la diferencia de un territorio con características culturales, identitarias, sociales y productivas únicas. Ya es momento de que comencemos a valorar esas particularidades, y busquemos en ellas las oportunidades para la solución de un conflicto más que las causas del mismo.

María Ignacia Fernández, directora ejecutiva Rimisp - Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural

Los días previos a las celebraciones de fin de año, especialmente Navidad, generan un fuerte aumento del consumo, convirtiendo a esta fecha en una de las más atractivas para el comercio. Y si bien esto reactiva la economía, también trae algunos riesgos, en especial para quienes se endeudan para comprar bienes y productos acordes a los festejos que se avecinan.

Si bien el endeudamiento controlado ha permitido a muchas familias adquirir bienes que por otros mecanismos no podrían, mejorando con ello la calidad de vida de miles de hogares, también es cierto que si se compra a crédito y sin mayor control, se puede caer en el sobreendeudamiento, lo que acarrea serias complicaciones a las familias.

Es por ello que se hace necesario realizar un llamado a la calma, toda vez que se debe tener un control de los gastos para no realizar compras que posteriormente van a generar un trastorno del presupuesto familiar, al tener que dedicar la mayor parte de los ingresos al pago de las deudas.

Así también, se puede comparar el costo del crédito de un mismo producto en distintas tiendas, a fin de comprar en los lugares donde resulte más conveniente. O bien, realizar las compras al contado.

Sin embargo, hay que entender el real sentido de la Navidad, la que no es una fecha para acumular regalos, sino una oportunidad para pensar en los otros y regalarles esperanza, ya que en definitiva es eso lo que nos ofrece la oportunidad de ser mejores personas y avanzar.

La Navidad puede ser un momento de encuentro, de amistad, de compartir el dolor y acompañar al desamparado, entregando una palabra de aliento al que lo necesita o aconsejando a quienes no han seguido el mejor camino.

En eso no debe perderse el foco, incluyendo a los menores, quienes, muchas veces, se dejan conquistar por la fiebre del consumo, generando que los padres hagan grandes esfuerzos y gasten dinero que no tienen para hacerlos felices.

Hace 40 años | 6 de diciembre 1978

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Cerca de 300 mil argentinos serán los que cruzarán la cordillera a mediados de enero para estar presentes en Temuco el 17 de ese mes, con ocasión de la visita del Papa Francisco, según estimaciones del cónsul de Chile en Neuquén, Juan Pablo Hiriart, quien inició ayer un recorrido por la Región.