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Cantos de sirena

El déficit parece ser una mezcla de bajas exigencias para postular a la carrera y también estándares educativos pobres en las propias universidades. Abanderizarse puede llevar a manipular a una congregación.
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Personalmente no me sorprendió el apoyo que dio un grupo de obispos evangélicos a la candidata presidencial Michelle Bachelet. Entiendo que en todo cuerpo humano siempre hay los que creen representar a la masa, pero en realidad no sólo no la representan, sino que se alejan de ella. Este apoyo me hizo reflexionar bastante, más allá de si los obispos apoyaran a cualquiera de los tantos candidatos que hoy tenemos. Y los tenemos para todos los gustos.

Me hizo pensar en lo pésimo que se ven aquellos que usando el nombre de Cristo, en realidad muestran más lealtad a sus propias ideas políticas e intereses. La Biblia nos plantea que aquel que tiene una lealtad mayor a alguien o algo que no sea a la persona de Cristo no es cristiano, porque no se puede servir a dos señores. Y en esas lealtades no sólo caben las ideas políticas, sino también las lealtades a una iglesia, una filosofía, un trabajo, la familia o cualquier otra cosa. Cuando algo ocupa el lugar que debería ocupar Cristo, se convierte en idolatría, que Dios claramente detesta.

La primera lealtad, antes que a una corriente política, debería ser a Cristo, a menos que sólo se quiera usar su nombre. Y algunos lo usan en la arena política para agradecer los favores recibidos antes, o el deseo de recibirlos en el futuro.

En Chile además, como sabemos, el sistema político no permite tener independencia, por lo que la participación partidista le hace al cristiano obligadamente perder objetividad. En el caso de un obispo, antes que adscribir a principios u orientaciones políticas, debería preguntarse a quién representa. Si es a la iglesia, debería respetar a quienes la integran, pues algunos pueden diferir de sus propias ideas en lo político. Abanderizarse, por tanto, podría llevarle a manipular a una congregación.

Evidentemente los obispos no están llamados a eso.

En lo que sin duda se equivocan los obispos, particularmente el obispo Soto, es que no se puede minimizar lo peligrosa de una corriente ideológica porque se parezca a otra antagónica. Más bien la Biblia nos llama, sobre todo a aquellos que están en autoridad, a denunciar con fuerza aquello que no está en el corazón de Dios, como son muchas propuestas planteadas por la señora Michelle.

Y si eso le parece muy duro a los obispos, quizás sea tiempo de cambiar de rubro y de frentón dedicarse a la política, pues sus cantos de sirena pueden hacer mucho más daño que el enemigo al que siempre denuncian al interior de la iglesia.