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Solemnidad de Cristo Rey

El objetivo de los establecimientos educacionales es obtener buena figuración en el Simce, pero no está claro qué ocurre con las otras variables.Amemos en Él siempre más y más la dignidad de cada hombre.
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E s posible que se entienda erróneamente el significado de las palabras sobre el "reino" que pronunció Cristo ante Pilato, es decir sobre el "reino" que no es de este mundo. Sin embargo, el contexto singular del acontecimiento en cuyo ámbito fueron pronunciadas no permite comprenderlas así. Debemos admitir que el Reino de Cristo, gracias al cual se abren ante el hombre las perspectivas de la eternidad, se forma ya en el mundo y en la historia.

Jesucristo es "el testigo fiel" como dice el autor del Apocalipsis, del señorío de Dios en la creación y, sobre todo, en la historia del hombre. Efectivamente, Dios formó al hombre, desde el principio, como Creador y a la vez como Padre. Por lo tanto, Dios, como Creador y como Padre, está siempre presente en su historia. Se ha convertido no sólo en el Principio y en el Término de todo lo creado, sino también en el Señor de la historia y en el Dios de la Alianza: "Yo soy el alfa y el omega, el principio y el fin dice el Señor Dios; el que es, el que era, el que viene, el Todopoderoso" (Ap 1, 8).

Lo que sucedió ante Pilato el viernes antes de Pascua nos permite liberar la imagen de la realeza de Cristo de toda asociación impropia. He aquí, en efecto, que el mismo "Hijo del hombre" responde a la pregunta que le hizo el gobernador romano. Esta respuesta dice: "Mi reino no es de este mundo; si de este mundo fuera mi reino, mis ministros habrían luchado para que no fuese entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí" (Jn 18, 36).

Pilato, representante del poder ejercido en nombre de la poderosa Roma sobre el territorio de Palestina, el hombre que piensa según las categorías temporales y políticas, no entiende esta respuesta. Por eso pregunta por segunda vez: "¿Luego tú eres rey?". También Cristo responde por segunda vez. Y así como la primera vez explica en qué sentido no es rey, así ahora, para responder plenamente a la pregunta de Pilato y al mismo tiempo a la pregunta de toda la historia de la humanidad, de todos los gobernantes y de todos los políticos, afirma: "Yo soy rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad oye mi voz" (cf Jn 18, 37).

La verdad por la que Cristo ha dado la vida -y que la ha confirmado con la resurrección-, es la fuente fundamental de la verdad en que se basa la dignidad del hombre. El Reino de Cristo se manifiesta entonces en la "realeza" y señorío del ser humano. Y si es el Príncipe de la tierra y de quienes la gobiernan es porque nos ama y nos ha absuelto de nuestros pecados por la virtud de su sangre, y liberado de toda esclavitud opresora.