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Avanzar más allá del ranking

El ranking y la mayor ponderación de las notas de enseñanza media son medios para paliar las inequidades.

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En los países desarrollados la educación básica y media opera como un ecualizador de oportunidades, puesto que pueden nivelar las oportunidades de personas con realidades familiares y sociales dispares. Eso es diametralmente opuesto en países como el nuestro, en el que la calidad de la educación depende en buena medida de los recursos de las familias de los educandos.

Si a ello agregamos un sistema de ingreso a la educación superior altamente competitivo y basado en una prueba de selección (PSU) que comprende contenidos extensos, tenemos como resultado un sistema que refuerza la inequidad de base. Quienes tienen capacidades, pero no han tenido la oportunidad de revisar exhaustivamente los contenidos de la educación media, sea en sus propios establecimientos o en preuniversitarios (que por cierto no son baratos ni reciben subsidio alguno), tienen menos oportunidades de ingresar a la carrera de su elección y desarrollar su vocación.

No es sorprendente que, una vez más, quienes se están matriculando en mayor proporción en las universidades, y sobre todo en las carreras que quieren, son los alumnos egresados de establecimientos particulares pagados, luego los que provienen de establecimientos particulares subvencionados y finalmente quienes estudiaron en establecimientos municipales.

El ranking y la mayor ponderación de las notas de enseñanza media son medios para paliar, en parte, las inequidades del sistema. El desempeño que un estudiante haya tenido en su enseñanza media es un muy buen predictor del desempeño que tendrá en la educación superior. Por ello es positivo utilizar estos mecanismos, y alejarnos lo más posible de pruebas de conocimiento.

Pero junto con garantizar el ingreso, las universidades debemos asegurar que estos estudiantes puedan efectivamente desarrollar sus habilidades. Son personas capaces, pero sin las herramientas para enfrentar adecuadamente la enseñanza universitaria como la concebimos hoy. Por ello es necesario no sólo abrirles las puertas de la universidad, sino acogerlos de verdad con todas sus potencialidades y necesidades.

académico de la

Universidad Católica de Temuco

Éxodo de parceleros

El despoblamiento de Chiguaihue debiese convertirse en un llamado de atención para los poderes del Estado.

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Chiguaihue, un poblado rural ubicado en la comuna de Ercilla, se ha convertido en los últimos años en el mejor ejemplo de las perversiones que el clima de violencia ha instalado en la Región. Antiguamente habitado por esforzados pequeños agricultores que se instalaron ahí gracias a la Reforma Agraria, hoy Chiguaihue está sufriendo un éxodo de parceleros por culpa de los sucesivos ataques incendiarios, balaceras e intimidación en general que han llevado adelante grupos radicales para los cuales su propósito es más importante que el método utilizado.

Hace cuatro años eran 28 los pequeños productores que vivían y trabajaban sus campos junto a sus familias, muy lejos del estereotipo que se ha fabricado respecto de "latifundistas" que han usurpado tierras. Sin más fortuna que sus tierras y su trabajo, se dedicaban año tras año a la agricultura, hasta que la violencia hizo esfumar la paz.

Así fue como sus predios entraron a la lista de tierras destinadas por la Conadi para que fuesen compradas y entregadas a las comunidades que las reivindicaban. Hoy, cuatro años después, quedan sólo cuatro de esos 28 parceleros. Ellos ya están negociando con la Conadi y dentro de muy poco debiese irse el último de ellos, con dinero bajo el brazo, pero diciéndole adiós al lugar en que vivía y trabajaba no por culpa de su incapacidad para producir, sino porque el Estado fue incapaz de brindarle lo que cualquier ciudadano espera: tranquilidad.

Lamentablemente el muy legítimo proceso de reivindicación de tierras del pueblo mapuche arroja también estos fenómenos que no hablan bien de la sociedad ni de los poderes del Estado. El uso de la violencia ejercido por un grupo minoritario ha forzado el abandono de un pueblo, aquí en la Región, en Chile, y no en otro país donde estas noticias se han hecho habituales.

Los parceleros de Chiguaihue no se merecían esto. Merecían vivir en paz, ser protegidos; y si eran víctimas de delitos, que la autoridad persiguiera y ubicara a los responsables. No merecían irse por la fuerza, empujados por una violencia ya instalada.