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Miles de devotos de la Región pagaron sus mandas a San Sebastián

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Soledad Sandoval

Miles de feligreses llegaron ayer hasta Perquenco para festejar y agradecer a San Sebastián, algún favor concedido.

Como todos los años, las puertas del santuario se abrieron muy temprano -a las 7 horas-, y desde ese momento los devotos no pararon de ingresar, uno tras otro, haciendo una larga fila que incluso salía del recinto, cruzaba la calle y se adentraba en la Plaza de Armas.

En este sentido, los misioneros instalados en distintos puntos del lugar, con el objetivo de ayudar a que la festividad no registrara inconvenientes, cumplieron un rol fundamental para mantener el orden y hacer expedito el proceso.

El recogimiento de quienes llegaron a cumplir manda era total y ningún sacrificio resultó insuficiente con tal de devolver la gracia a este ex soldado, mártir por declararse cristiano y reconocido entre sus fieles como un "santo cobrador".

Simplemente, una devoción admirable que se hace palpable cada 20 de enero en territorio nacional y que aunque tenga a la comuna de Yumbel como epicentro de peregrinación, posee otros lugares más pequeños pero también más cercanos, como el de Perquenco; el que está en el camino que une la localidad de Cajón con Vilcún; en Puerto Saavedra, Villarrica y Lonquimay.

El primero de los recién mencionados es el principal en La Araucanía y el preferido de quienes por año han llegado para agradecer.

Isolda Reuque, por ejemplo, es misionera y se hace presente para participar en la misa de las 10, en la que la etnia mapuche tuvo una marcada presencia.

"En el pueblo mapuche hay muchos católicos y muchos que pagan manda a San Sebastián", dijo la misionera que en ese momento vestía la indumentaria completa de la mujer indígena.

Pero también comentó que ellos tienen a Ceferino Namuncura, "que va camino a la santidad y por el cual estamos trabajando".

La familia Pérez Carrasco también llegó al remozado santuario desde Victoria. Ellos lo visitan ininterrumpidamente desde hace 50 años, la misma cantidad de años que llevan como matrimonio.

Héctor (83), el patriarca, explicó que él agradece por la salud, por el trabajo y por todas las bendiciones que ha recibo. Amanda (77), su esposa, acota que nunca han tenido una dificultad específica que los haya hecho recurrir a San Sebastián.

El matrimonio hizo una manda de por vida y ésta contemplaba caminar desde la Virgen que está en el acceso a la comuna hasta el santuario, pero hoy la salud no se los permite. Ayer se hicieron acompañar por dos de sus hijos -Heriberto y María Angélica-, que aseguran que el santo les ha ayudado a sobrellevar todas las dificultades típicas que se dan en una familia.

Mientras esta familia oraba junto a los pies del santo, otros miles pasaban, oraban, encendían algunas velas en un lugar habilitado (con tres panchos) que se hizo pequeño.

Reinaldo González acompañó a su esposa, Gabriela Ramírez, que no recuerda con exactitud hace cuánto tiempo es devota.

"Yo venía con mi madre desde Temuco y después ya pedía para mí y especialmente por mi hijo, por su bienestar. Así seguí con esto", dijo.

No tiene recuerdos específicos respecto de los favores que le debe al santo, salvo cuando a ella se le presentó una complicada afección cardiaca que luego desapareció. Pero fue al recordar lo sucedido hace muchos años cuando su hijo tenía cuatro, cuando sus ojos se llenaron de lágrimas. El pequeño se había caído en bicicleta y se había dado un fuerte golpe en la cabeza. La evolución no era del todo positiva, pero finalmente todas las cosas se dieron bien, se recuperó y todos viven felices y agradecidos de San Sebastián que en su momento la escuchó.

"Yo siempre he pedido por él y hasta grande me acompañaba", señaló.

También llena de fe llegó como todos los años, Ana Valenzuela (79), quien vive en la localidad de Pidima, justo al lado de la zona roja del conflicto mapuche.

Se declara devota pero asume que en ocasiones no ha podido llegar a Perquenco por problemas de salud.

Aun así no pierde la esperanza, por ejemplo, de revertir el problema visual que hoy la tiene prácticamente ciega.

"Antes íbamos a Yumbel y ahora venimos acá. Toda una vida de devota que heredé de mi madre. Ahora le pedí por mí y por mi hijo, que está muy enfermo", puntualizó.

Para Luz Valdebenito, de Temuco, visitar el santuario de Perquenco en enero es parte de la planificación anual desde hace años.

"Vengo por una manda que hice. Primero por la mamá, que sufría de una enfermedad que afectaba sus huesos y ahora vengo por mi hija. Él me ha escuchado y me cumple", dijo, junto con asegurar que seguirá yendo todos los años, "hasta que me muera".

La misma entrega y confianza es la que manifestó Norma Parra, quien viajó desde Traiguén junto a su hermana Ana y su nieto (8), Gabriel, quien vestía una túnica roja con amarillo, como parte de la manda y se sentía feliz de que así fuera.

"A mí me gusta, porque creo que el santo me ayuda", dijo tímidamente, mientras Norma acotaba que lo hace desde hace tres años.

En esta familia de 5 hermanos fue la matriarca la que les enseñó del santo y por quien hicieron la manda anterior, explicó Ana, quien el año pasado solicitó ayuda para que al menos uno de sus tres hijos universitarios (Psicología, Kinesiología y Enfermería) recibiera ayuda económica "y el año pasado uno de ellos la consiguió", señaló feliz y confiada en que este año sea igual.

También esperan que una de las hermanas, que está internada en el Hospital de Victoria con una insuficiencia renal, salga adelante.

La imagen del Santo llegó a la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores de Perquenco en el año 1912 y prácticamente desde ese momento comenzó a recibir las visitas de quienes aseguran que él es realmente cumplidor.

De hecho, San Sebastián tiene dos fechas. El 20 de enero es la de la comunidad en general y la más masiva, y la otra es el 20 de marzo, conocida como "San Sebastián Chico", ocasión en que los agricultores agradecen lo que Dios ha multiplicado en grano y otros productos que ellos cultivan.

Pero asumiendo la visita masiva que se registra el primer mes del año, en esta parroquia los preparativos comienzan una semana antes, con una novena y con las tareas preparativas del Santuario, incluyendo las imágenes, la santería y todo lo que se necesita para la festividad, incluida la preparación de misiones que estuvieron prestos a cooperar.

Uno de ellos fue Segundo Hernández, que cerca del mediodía no era capaz de dimensionar el número de feligreses que había subido al altar donde está actualmente la figura y que fue construido y bendecido el año pasado por el obispo emérito, Manuel Camilo Vial.

"Yo además de ser misionero soy devoto del santo desde niño. Mi familia me lo inculcó y hoy le agradezco muchas bendiciones que he recibido", dijo.

Pero no sólo la fe mueve a los habitantes sino también el comercio que se concentra en esta pequeña comuna, durante la festividad.

El tránsito debió interrumpirse en un área bastante amplia, como una manera de proteger a los feligreses y los miles que también llegaron a comprar en los numerosos stands que se instalaron a apenas una cuadra del santuario.

Había de todo. Herramientas, productos que se venden por TV, ropa, calzado, música, artículos electrónicos, jugos naturales, anticuchos, y entre ellos Silvia Pilquinao, que tardó todo un día preparando las tortillas de rescoldo, el mudai y los catutos que se vendían como pan caliente.

Un poco más allá estaban Carlos Suazo y Claudia Celis, que elaboran y venden billeteras ecológicas hechas con cajas de tetra pack que consiguieron en bares de Victoria, "para mostrar que es posible hacer cosas con elementos que botamos a la basura", dijeron.

Aprovechó también esta multitudinaria actividad, René de la Sierra, para mostrar su clásico y detallado trabajo en juguetes de madera. Trenes, autos, camiones, carretas y muchos otros que a más de alguno hicieron recordar.

"Es una madera chilena y completamente hechos a mano. El tema es que el trabajo no se paga como debiera. Yo, por ejemplo, no cobro por mi trabajo, sino por los materiales que uso", señaló, junto con poner como ejemplo que una locomotora con carro vale 15 mil pesos.

María Sandoval, de Temuco, dijo presente con aperos de huaso que como todos los años llamaron la atención.

Así, la fe y el consumismo convivieron en paz durante la fiesta de San Sebastián.