Falta plantear la dignidad del trabajo en todas sus formas.
Juntemos algunos hechos: hace unos días se hizo público el despido masivo de un gran número de periodistas de varios medios de comunicación de nuestro país. También, todos los años leemos los ranking de las profesiones peor y mejor pagadas de Chile. Conectado con esto, la elección de los estudiantes de enseñanza media -y sus padres- se ha desplazado, preocupantemente, desde una elección por vocación a una vinculada con el éxito económico. Último hecho: este año discutiremos nuevamente acerca de la gratuidad de la educación.
Enfoquemos las cosas desde una matriz compleja para ver si podemos conectar los hechos anteriores. En el caso de los despidos, no se trata de una situación presente únicamente en la profesión periodística. El despido de profesionales es algo habitual en una sociedad que hace del desempleo una forma de organización. El imperativo actual es dar gracias por tener trabajo. No te quejes por las condiciones de tu empleo, pues hay algo peor: ¡puedes no tener trabajo! De modo que el desempleo pareciera una forma de control social. Estamos en presencia de una precarización del trabajo y esto afecta fuertemente a la formación profesional. Las instituciones universitarias luchan en un mercado competitivo por hacer atractivos sus programas, por posicionarse mejor que su institución "amiga" en los ranking. El Estado, que abrió las puertas a la mercantilización de la educación, nos propone una suerte de competencia tipo rally. Lo malo de esta competencia es que en ella siempre hay dos o tres ganadores fijos. El resto de los competidores, lejos de la capital, deben luchar por ganar la segunda división.
Es en este panorama comercial que los estudiantes reciben publicidad atractiva, frases ingeniosas, seriedad institucional, números de ranking, presiones de su grupo familiar, acreditaciones varias, imaginarios del éxito, etc. En suma, el problema de la vocación -de hacer lo que nos gusta- se encuentra tan mediado por variables financieras que carreras del área de la educación, ciencias sociales y humanidades se encuentran en franca caída en sus postulaciones y matrículas. No podría ser de otro modo si estas profesiones están precarizadas y denostadas. Algunas instituciones universitarias, pragmáticas por excelencia, las cierran de inmediato por no ser rentables. Duro presente y futuro: un mundo universitario dominado por el código financiero.
Para empeorar la situación, los estudiantes salen endeudados y deben pagar por algo en lo que nunca ejercerán y si lo hacen ganarán una miseria. En ese panorama discutiremos la gratuidad de la educación este 2014. Falta, sin embargo, plantear la dignidad del trabajo en todas sus formas. Sólo de esta manera podremos realizarnos como personas y no ser una sociedad estandarizada y mentalmente reducida.
académico de la Ufro