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Infraestructura deportiva

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Con la puesta en marcha de los 32 talleres de natación en la piscina del nuevo Polideportivo "Rufino Bernedo" de Temuco se puso punto final al período de adecuación de la más moderna e imponente infraestructura deportiva con que cuenta la Región, emblema de los sustantivos pasos que se han dado en esta materia y que pretende facilitar a los ciudadanos las condiciones para la realización de actividades físicas. Aunque la piscina había sido inaugurada a fines del año pasado por el Presidente de la República en una concurrida ceremonia, la alberca no quedó inmediatamente a disposición de los usuarios, pues faltaban ciertos detalles que finalmente ya quedaron resueltos en los últimos días, para felicidad de los casi 500 adultos, jóvenes y niños que hoy están disfrutando de ella.

El Polideportivo, impulsado por el Instituto Nacional de Deportes, se ha sumado en Temuco a una serie de otras obras de infraestructura que ha desarrollado el municipio local en los últimos años en la búsqueda de generar mayores espacios para la práctica recreativa y deportiva, en virtud de la necesidad de incrementar la actividad física en las personas para combatir los alarmantes índices de sedentarismo en la población que luego derivan en sobrepeso, obesidad y, consecuentemente, en afecciones serias para la salud.

Esta mayor disponibilidad de espacios para la práctica deportiva, refrendada también, por ejemplo, en las máquinas de ejercicios desplegadas en las plazas de Temuco, debiese estar acompañada de una efectiva campaña de difusión en la ciudadanía para que haga uso de ellas. De poco servirá contar con gimnasios, máquinas, canchas y máquinas de ejercicio si no son ocupadas por las personas.

En el caso del Polideportivo, es menester que el IND adecue muy bien los horarios de sus espacios para que tanto los deportistas de alto nivel como los otros puedan utilizarlo en las condiciones más dignas posibles. Y a los usuarios en general, que cuiden esta infraestructura que ha costado ingentes recursos que emanaron de las finanzas públicas; además, por supuesto, de que sean regulares y conscientes en su práctica deportiva.

¿Dueños de qué?

Triste realidad la del ser humano, sin rumbo y confundido por su propia ignorancia.

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"Veo las noticias y corroboro que es inadmisible abandonarse tranquilamente a la idea de que el mundo superará sin más la crisis que atraviesa. El desarrollo facilitado por la técnica y el dominio económico, han tenido consecuencias funestas para la humanidad. Y como en otras épocas de la historia, el poder, que en un principio parecía el mejor aliado del hombre, se prepara nuevamente para dar su última palada de tierra sobre la tumba de su colosal imperio. Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea quizás es mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga".

Escrito por Sábato hace algunos años sin duda este pensamiento refleja una muy triste y cruda realidad. Claro que él no se refería a la crisis económica que aún preocupa a muchos hoy en día, sino a la crisis moral, de sentido de vida, de creernos dueños y en control de todo.

Los cristianos sabemos que cuando la criatura intenta dictar los destinos que sólo pertenecen al creador, no sólo erra el camino, sino que lleva a su sociedad hacia un abismo. En los aspectos morales, espirituales y de conducta estamos al borde de dicho abismo, no sólo por la podredumbre que vemos todo el día en los medios y que muestra hasta dónde puede llegar una sociedad enferma, no importando la cultura a la cual se pertenezca. En nuestra región, por ejemplo, el sólo intentar justificar la muerte de un comunero mapuche o de un parcelero, o de un policía, es tan grave como pensar que un país puede arrojar a los brazos de la muerte violenta a sus conciudadanos para defender los intereses económicos de algunos (aquellos que jamás irán a una guerra, al menos nunca al frente de batalla) o los llamados derechos sobre un territorio o un mar que a la verdad no tiene más dueño que Dios mismo. Hemos pasado de ser malos administradores de una creación que Dios puso en nuestras manos, a creernos dueños de la misma, y como en la parábola de Jesús, al fin intentar desterrar a Dios de su propiedad y de nuestras vidas.

Triste realidad la del ser humano, sin rumbo y confundido por su propia ignorancia. Pese a ello, en lo personal dos esperanzas aún me animan. La primera es que el destino de la humanidad, y en nuestro caso del país, aún puede ser cambiado si como sociedad reconocemos a Dios como creador y sustentador, y dejando de lado la pueril arrogancia progresista le buscamos sinceramente. La segunda es que un día, no importa lo que muchos piensen, Dios mismo nos hará vivir en un lugar mejor.

Consejo de Pastores