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Textos escolares: los artículos más caros del regreso a clases

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Además de la ya tradicional compra de útiles y uniformes escolares, para aquellos padres que tienen a sus hijos en colegios particulares y subvencionados, existe un gasto extra: los textos de estudio complementarios.

Si bien los colegios municipales y subvencionados reciben libros del Estado, estos últimos tienen la opción de exigirles a sus alumnos textos acordes al plan de estudio de la institución. En tanto, los establecimientos particulares son libres de pedir los insumos que ellos estimen convenientes.

Bajo este escenario, la compra de textos de estudio se ha vuelto clave en el presupuesto destinado a la vuelta a clases, ya que son los artículos de mayor precio, superando los $100 mil promedio por alumno.

Santillana y SM son las editoriales autorizadas por el Ministerio de Educación para vender este tipo de ejemplares, y si bien no existe una amplia oferta, al menos tres son las librerías temuquenses que cuentan con el stock suficiente para abastecer a los estudiantes de la Región.

Librería Alemana, Antártica y Lápiz López son los tres establecimientos que cuentan con los libros requeridos por los establecimientos, cuyos precios fluctúan entre los $20 mil y $29 mil por texto.

"Para los que hagan compras superiores a los 140 mil pesos, regalamos una giftcard de $5.000, la que se puede canjear por compras de $12.000 en adelante", señala Roberto Palma, subjefe de local de la librería Antártica, ubicada en el Mall Portal Temuco.

Según lo explicado por Palma, febrero es el mes donde más libros de estudio se venden. "Empezamos a vender textos escolares desde el 1 de enero, pero desde el 15 de febrero en adelante comienza la temporada alta", indica.

El subjefe de Antártica agrega que este año las ventas han estado un poco más bajas, pero que esto se debe a que uno de sus clientes habituales, el colegio George Chaytor, implementó un nuevo sistema de apoyo en aula, donde los alumnos trabajan con tablets.

"Uno siempre quisiera que fueran más baratos, pero por lo menos para este año sólo me piden tres libros, y los diccionarios duran hasta quinto básico, lo que me parece bien", afirma Rodrigo Narváez, apoderado del Colegio Alemán de Villarrica, quien viajó hasta Temuco para comprar los textos que sus hijos necesitan.

En el caso de Narváez, sólo por concepto de libros -para un niño de 2° básico y una niña de kínder-, este año debió desembolsar $50 mil.

Por su parte, Eugenia Vargas, apoderada del colegio Greenhouse de Temuco, calcula que, hasta el año pasado, gastaba más de $200 mil sólo en textos escolares.

"Ahora mi hijo entró a la universidad, así que será un poco menos", sostiene Vargas, agregando que en el caso del colegio donde es apoderada, "se pueden comprar libros usados, pero personalmente prefiero que sean nuevos, ya que muchas veces los usados pueden estar rayados o con los ejercicios resueltos", explica.

El presidente de la Asociación de Colegios Subvencionados de La Araucanía, Nelson Pinilla, destaca que la exigencia de libros complementarios tiene relación con el programa educativo de cada colegio. "Uno de los grandes problemas es simplificar los temas educacionales. Los textos reflejan la complejidad que tiene el proceso educativo", afirma.

Pinilla destaca que el uso de libros usados debiese estar absolutamente permitido. "Entre un año y otro las diferencias son mínimas. Exigir el libro del año, me parece una barbaridad", afirma.

"Esto es un monopolio para un par"

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Pdte. Asoc. Consumidores del Sur

El presidente de la Asociación de Consumidores del SUr (CDS), Richard Caamaño, señaló que este es un tema que aún no está debidamente regulado, similar a la colusión de farmacias que hace algún tiempo afectó al país.

-¿Cuál es su visión sobre la exigencia de ciertos textos?

-Lamentablemente no hay ninguna regulación que prohíba esto. Eso es lo más preocupante, ya que es un tema de criterio de cada colegio. La única recomendación es que la gente cotice lo que pueda, pero tampoco hay mucha alternativa, ya que prácticamente esto es un monopolio para un par de editoriales.

-¿Esta situación es similar a lo que ocurrió con la colusión de farmacias?

-Sí, pero con la diferencia que aquí no hay una cadena, sino que son dos editoriales las que tienen el poder sobre este tipo de cosas. Incluso, son ellas las que ponen el precio de venta en las grandes y pequeñas librerías. La Superintendencia de Educación debiese generar un reglamento que regule esta situación, donde ojalá se prohíba la exigencia de los textos escolares en el sector privado.

-¿Qué recomendaciones se les puede dar a los apoderados, sobre todo a los de colegios subvencionados?

- Los centros de padres y apoderados debiesen organizarse y transformarse en una contraparte del colegio, ya que no todos los particulares subvencionados son de elite, y hay mucha gente que no tiene los recursos suficientes para hacer este tipo de gastos. Por ejemplo, se pueden comprar los libros de forma colectiva y así rebajar los precios.