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Pintura religiosa en el Menchaca Lira

Muchas veces la distancia de las cabeceras comunales se argumenta como causa de abandono y despreocupación de las necesidades vitales de un pueblo.

Azuzar el gusto por las artes visuales en la comunidad resulta prioritario.

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La Galería de Arte del Campus Menchaca Lira de la Universidad Católica de Temuco, una de las cuatro de la ciudad y que hace algunos meses cumpliera 10 años de vida, se puso los pantalones largos. Desde el 13 de marzo al 13 de mayo expone la muestra "Imagen y devoción", un conjunto de pintura religiosa traída desde el Museo Nacional de Bellas Artes y que cuenta con una treintena de cuadros, ante todo óleos sobre tela y cobre, que abarcan desde la era colonial hasta las primeras décadas del pasado siglo XX.

El inmenso valor, no sólo artístico y religioso, sino que también histórico, cultural y antropológico de la presente muestra, auspiciada por el museo capitalino y la Fundación Itaú, la sitúan como una de las más importantes que se han presentado en la capital regional.

No se requiere ser un fanático religioso de la pintura ni sentir una apabullante admiración hacia "las cosas del Señor" para conmoverse ante el peso de la historia y la belleza que esta exposición entraña.

El ejercicio contemplativo de unos cuadros religiosos, en lo más hondo de Avenida Alemania con 18 de Septiembre, tanto chilenos como latinoamericanos y del viejo continente, algunos de los cuáles datan del siglo XVI, es a lo menos reconfortante.

La muestra deja una sensación de plenitud, menos parecida a la beatería religiosa que a la certeza, quizá incontrovertible, de que en el verdadero arte "todas las obras son obra de un solo autor, que es intemporal y es anónimo" (Borges).

Difundir este tipo de actividades y azuzar el gusto por las artes visuales en la comunidad, resulta prioritario.

Cuando el arte -en su concepción más amplia- se elitiza hasta no significar ya nada para el grueso público, cuando se ve obligado a asumir estrategias de visualización que sólo implican ruido y espectacularidad, cuando la interacción con las audiencias es escasa y los creadores yacen en su torre de marfil de especialistas, cuando el arte pasa a ser una mera asignatura que dejamos a los 17, es preciso cambiar las estrategias.

Son los agentes culturales -creadores, gestores y gente involucrada en las comunicaciones y en la educación- quienes deben cautivar al público de forma creativa (tema para próximas columnas), y sacarlo del marasmo en que se encuentra, devolviéndole a éste aquel patrimonio que siempre le fue propio.

escritor y periodista