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Centro para el uso del agua

La Universidad de La Frontera participa de una unidad que estudiará los conflictos asociados al uso del elemento.

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Diversos centros especializados dan por hecho un calentamiento de las aguas en el Pacífico, fenómeno que se haría presente en las próximas semanas, provocando una gran evaporación que robustece las nubes y provoca lluvias inusuales.

Indudablemente sería una buena noticia, toda vez que el país soporta una sequía de años, con fuertes daños en la producción y dramas económicos entre las familias de miles de campesinos al perder sus cosechas. Los embalses a lo largo del territorio están con los niveles históricamente más bajos y sube el precio de la energía eléctrica.

Las fuertes y concentradas lluvias traerían un mejoramiento gracias a un invierno muy lluvioso y con mayores temperaturas, pero ello es puntual y deben buscarse soluciones técnicas para minimizar las consecuencias de una escasez hídrica que llegó para quedarse.

Es por ello muy importante la creación de un nuevo centro de investigación que permita enfrentar con éxito este tremendo desafío y procurar tecnológicamente el mejor uso del agua, el oro del siglo XXI.

El Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería lo lideran la Universidad de Concepción junto a las universidades de La Frontera y del Desarrollo, proyecto seleccionado en el Quinto Concurso del Fondo de Investigación en Áreas Prioritarias (Fondap), el máximo financiamiento que entrega Conicyt para desarrollar centros de investigación.

Este centro buscará resolver los conflictos asociados a la demanda y el uso de los recursos hídricos que actualmente afectan a las industrias agrícola y minera.

En el caso de la agricultura, aporta con un 30% del empleo en las regiones donde se concentra esta industria. Existen 270.000 agricultores que trabajan más de 30 millones de hectáreas, lo que corresponde al 40% de la superficie continental chilena.

La agricultura es la que usa el agua en mayor proporción, en un 70% o 75%, por lo tanto, el uso eficiente y el manejo eficiente del agua es fundamental e imperativo.

¿Jura o promete?

270 mil agricultores trabajan más de 30 millones de hectáreas y aportan con un 30 por ciento a la mano de obra, usando el agua en un 70-75 por ciento.

El que muchos no hayan jurado muestra que no reconocen a Dios.

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¿Le llamó la atención que en la reciente asunción del actual Gobierno la mayoría de las nuevas autoridades, incluida la Presidenta, prometieran y no juraran? ¿Es sólo una cuestión menor, algo simplemente semántico y da lo mismo jurar que prometer? Para los cristianos las palabras significan mucho si es que somos responsables con ellas y no nos conformamos con eso de que se las lleva el viento.

Para quienes lo ignoren, la palabra jurar viene del latín ius, que en su raíz significa derecho, justicia, y no tiene directa relación con la palabra promesa, como aparece hoy de manera generalizada. Promesa viene de la conjunción de dos palabras: pro, cuyo concepto original contiene la idea de dirección, orientación hacia algo, y mesa (en este contexto nada tiene que ver con el objeto de cuatro patas infaltable en nuestros hogares) viene de la raíz latina missio, acción de enviar, tener un propósito, misión, trabajo o tarea. Ambos componentes juntos constituyen la palabra promesa, y contienen la idea de ir en una dirección; cuando se promete algo se está expresando la voluntad de ir en esa dirección, realizar una tarea, o cumplir un propósito, en la medida que sea posible, pues como expresión sólo de voluntad lo único que obliga es a la intención personal. Por ello es que muchos que prometen estar juntos hasta que la muerte los separe se alejan luego de que el supuesto amor eterno (aquel que dura como seis meses) ya no existe y les hace romper su promesa; su sola buena voluntad y nada superior a ellos mismos los mantendrá juntos.

La idea contenida en el juramento es que uno somete su propia voluntad a algo o alguien superior, en este caso el derecho, la divinidad, etc. O sea, el juramento considera que una persona reconoce algo o alguien superior y en un acto de humildad humana se somete a dicho ente superior.

En la promesa está implícito que uno cree ser superior y mandatario de su propia voluntad, la que se puede romper frente a circunstancias. Entonces, muchas de las actuales autoridades han sido consecuentes con su propio rechazo a lo superior.

La Biblia nos recuerda que no juremos en vano. El que muchos no hayan jurado sino sólo prometido muestra que no reconocen a Dios, de modo contrario habría sido en vano un juramento.

Como decía, las palabras significan mucho, si es que somos responsables con ellas. Sólo me preocupa lo que en realidad pasa cuando el ser humano promete, sin tener alguien superior ante quien rendir cuentas.

¿Podría uno tener fe en esas promesas?

Consejo de Pastores