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¡Con respecto al lenguaje!

Es crucial que en esta etapa el diálogo avance y que no surjan factores que eventualmente obstaculicen las confianzas que se están tejiendo.

El uso de esta capacidad verbal es parte integral del ser humano.

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Pasamos gran parte de nuestra vida hablando, escuchando y, en una sociedad avanzada, leyendo o escribiendo, pero parece no preocuparnos mayormente. Las profesoras Patricia Clancy y Carol Genetti, del Departamento de Lingüística de la Universidad de California, en su reciente libro "Cómo funcionan las lenguas" plantean que en una conversación normal utilizamos alrededor de 4.000 ó 5.000 palabras por hora; un locutor radial entre 8.000 a 9.000 por hora. En una lectura, a velocidad normal, es capaz de cubrir unas 14.000 a 15.000 en el mismo tiempo. Si charlamos, escuchamos un comentario radial o de TV y leemos al mismo tiempo, nos contactamos con unas 25.000 palabras. Entonces, en un día somos capaces de producir y recibir unas 100.000 unidades léxicas o palabras en nuestra lengua. ¡Fantástico! Sin embargo, ¿quién nos habla de ello?

El uso de esta capacidad verbal es parte integral del ser humano. La mayoría de los niños, en su lengua materna, se inicia en la actividad verbal a la misma edad siguiendo los caminos propios de su desarrollo verbal hasta dominar las competencias lingüísticas de la adultez. Todas las lenguas son sorprendentemente similares -a pesar de algunas diferencias naturales- en sus estructuras básicas, ya sea que estemos en Sudamérica, Australia o el Polo Norte. Noam Chomsky nos alertó sobre lo que él denominó "universales lingüísticos" o "gramática universal" (GU); el lenguaje y el pensamiento están estrechamente ligados, característica que nos distingue de otros seres vivos. Por lo tanto, cualquier discapacidad en el uso de la facultad del lenguaje, habla, lengua, discurso, lengua materna o segunda lengua, puede afectar nuestro status social, personalidad, carácter y el mismo pensamiento como hablante. Sobre lo anterior, pensemos en lo que nos podría ocurrir, entonces, cuando llegamos a perder esta facultad por alguna disfunción neurológica. ¿Qué significaría esto para la vida humana? Interesante, por lo tanto, resultan ser los estudios del lenguaje que, de hecho, comprometen el quehacer de varias disciplinas como la lingüística, psicología, sociología, antropología, neurociencias, educación, fonoaudiología, comunicación e informática, por mencionar algunas. Después de todo, la facultad del lenguaje articulado es el medio por el cual -como lo afirma Mark Amidon- ¡trasplantamos una idea desde nuestro cerebro a otro, y, sin cirugía! ¡sorprendente! ¡maravilloso! Bienvenida la 'neurocognición' al ámbito de las Ciencias del Lenguaje y la Comunicación.

lingüista