Han sido dadas a conocer las alzas de las diversas isapres para 2014 y los porcentajes han provocado molestia mayor en todos los círculos tanto de La Araucanía como en el resto del país, tanto por el procedimiento como por los montos que esto involucra. Para muchos resulta incomprensible que algunas aseguradoras anuncien alzas de hasta un 6,8 por ciento, mientras dos de ellas no tendrán reajuste y no lo han tenido en varias temporadas.

Con ello se pone en duda los costos reales de los planes, toda vez que aquellas que más aumentan sus precios son precisamente las de mayor tamaño, de tal forma que ni siquiera puede hablarse de economía de escala.

En Colmena -aumento de un 6,8 por ciento- se argumenta que los prestadores suben sus precios y con ello se encarecen las atenciones; sin embargo, diversos expertos, entre ellos Conadecus, argumentan que las isapres tienen negocios relacionados con los propios prestadores, pudiendo manejar los costos finales.

¿No es el IPC el mecanismo en que se manejan todos los aumentos en el país?, ¿por qué las isapres -en una clara irregularidad- usan la potestad para subir unilateralmente sus precios, llegando a casi un 10 por ciento anual si se considera el IPC?

Hasta ahora la única defensa de los afiliados ha sido recurrir a la Justicia, que tradicionalmente ha impedido estas alzas. El gasto originado por esta judicialización las isapres lo cargan a sus clientes, provocando una curiosa espiral en aumento muy importante cada temporada.

El Estado debe hacerse cargo, mediante las reformas que fueren menester, revisando todos los procedimientos, para fijar reglas claras que permitan terminar con los abusos. El sistema de aseguradoras debe ser útil pero razonable.

Mientras un pequeño porcentaje de los afiliados recurre a la justicia, al resto no le queda más solución que aceptar aumentos impositivos, unilaterales, lo que los transforma tanto en ilegales como en antiéticos.

Urge una solución.

¿ Cómo avanzar y combatir la desigualdad, la pobreza, el rezago y el subdesarrollo en una región como La Araucanía después de tantos gobiernos que han fracasado en nuestro territorio? ¿Cómo avanzar en una región especial, multicultural y extrema en todas sus cifras? La discusión es amplia y está lanzada hace décadas, la historia está ahí donde el fracaso centralista ha sido una constante, el engaño de Santiago y la falta de comprensión de lo que aquí acontece nos invita a reflexionar y a soñar con una Araucanía empoderada y autónoma a partir de sus particularidades

La discusión y el alegato regionalista se ha traducido en una acción infértil frente a nuestro modelo de desarrollo centralista que no mira a las regiones, donde La Moneda cree que las 15 regiones son iguales, con realidades locales homogéneas y que merecen el mismo trato.

Temas como la autonomía, descentralización política, fiscal y administrativa serán sólo un eslogan si las regiones no se movilizan y no se empoderan para exigir lo que necesitan. Muchos pedimos poder y atribuciones, pero no hacemos nada por ir a buscar ese poder. En este contexto, ¿llegó el momento para que la política asuma su rol en un conflicto donde sólo ha sido un espectador más?

El perdón del Intendente Huenchumilla es una señal importante, pero de ahí se debe pasar a la acción y, para ello, es necesario que avancemos en la creación de nuevas comunas, en la conformación de gobiernos locales y una revitalización de las provincias, equilibrio de la participación política por territorios, impuestos a las forestales y empresas eléctricas, elección popular del intendente para que represente fielmente el interés local, creación de un fondo de convergencia regional para disminuir brechas y apoyar a comunas alejadas del desarrollo, entre otras medidas.

Debemos atrevernos e ir a buscar el poder para una nueva Araucanía, debemos ser reconocidos como una región autónoma para resaltar nuestra diversidad en beneficio de la región y el país. Ahora se abre la discusión política para construir una nueva constitución, ahí debemos tener una participación activa y clave para reconocernos, de lo contrario seguiremos invisibles, si es así, heredaremos a las futuras generaciones una región más dividida y sin oportunidades. No le tengamos miedo al poder, al cambio, al reconocimiento y participación del otro para avanzar hacia la nueva Región Autónoma de La Araucanía donde tengamos nuestros propios recursos, un consejo regional empoderado y con atribuciones, un estatuto regional y una descentralización política, administrativa, financiera que nos permita avanzar hacia un equitativo desarrollo y con cohesión territorial. La Araucanía no puede seguir esperando.

consejero regional