Todos los días los temuquenses y visitantes observan, en la esquina de Vicuña Mackenna con Antonio Varas, la gran pero desmejorada imagen exterior del Hotel Continental, patrimonio arquitectónico según el Consejo de Monumentos Nacionales; decisión justa, pero que no representa mucho más allá del papel.
Los ciudadanos aprecian impotentes los efectos del terremoto del 27 de febrero de 2010 y, aunque el interior esté en buenas condiciones, el exterior preocupa, y mucho.
Qué ocurre: es indispensable modernizar la actual legislación sobre patrimonios arquitectónicos para que ésta visualice soluciones creativas que permitan conservar y desarrollar el lugar con algunas actividades atingentes al bien en cuestión, toda vez que hoy el propietario está obligado a conservar el inmueble con sus recursos, es castigado, no puede rentar con él y el Estado no aporta para ello.
Su dueño, en consecuencia, queda en una muy compleja situación y la tendencia es dejar que el tiempo se haga cargo de la construcción hasta derribarla y recuperar, al menos, los terrenos y obtener una utilidad que es legítima. Es probable que ello no sea la intención con el Hotel Continental, pero sí es la tendencia a nivel nacional.
La Ley General de Urbanismo y Construcción ni siquiera explicita el patrimonio en la arquitectura y la construcción; establece la distinción por valor histórico y no por el valor arquitectónico o de ciudad. En el caso del Hotel Continental se dan ambos aspectos, ya que su arquitectura es ejemplo de épocas colonizadoras pasadas y su interior guarda la presencia de presidentes de la República y dos premios Nobel: Gabriela Mistral y Pablo Neruda.
Son válidos todos los esfuerzos locales en pro de conservar y mejorar el inmueble, pero el fondo radica en el trabajo legislativo, que debe procurar una ley con claridad y objetivos concretos, de acuerdo a los tiempos, que posibilite obras de mejoramiento en el marco estricto de la línea arquitectónica y genere opciones de rentabilidad en emprendimientos culturales o similares.