Hace años nuestro país enfrentó una de las épocas más oscuras de que se tenga memoria. La amenaza constante al disentir y a la vida humana eran reales. Al que no estaba de acuerdo se le censuraba y bajaba a la categoría de humanoide (pseudo-humano) para poder eliminarlo sin cargo de conciencia. Aunque el país 'avanzaba' en términos macroeconómicos, nuestra nación se veía afectada por la deshumanización.
Era necesario un cambio y éste llegó de la mano de muchos que estuvieron dispuestos a marchar a costa de su propia vida, y que nos dirigieron guiados por la colorida esperanza de un arcoíris. Finalmente y gracias a Dios, el arcoíris se impuso de manera pacífica, y nuestra patria se iluminó con rayos de esperanza, aquellos que nos mostraban que nuestra sociedad por fin se humanizaría, dejando de lado las atrocidades de un sistema que veía en el individuo sólo un engranaje más de la sociedad.
En esos días se respiraban aires de cambio, un maravilloso renacer de la esperanza.
La dignidad de la vida en su multiforme expresión -representado por el colorido iris de ese arco- era defendida con pasión, pues estábamos hartos de muerte y de ver cómo se acallaba la voz del disidente.
Pero pasó el tiempo, y muchos de aquellos que nos guiaron con el arcoíris, encontraron la olla de oro al final de éste, pero perdieron el arcoíris. Ejemplos de esto plantea Tomás Mosciatti en su columna 'No entiendo nada'. A este periodista difícilmente se le podría catalogar de colusión con alguna tendencia política.
El mismo conglomerado que estuvo dispuesto a dar la vida por defender la vida, ahora se ha desviado y defiende la elección sobre la vida. ¿No es una forma morbosa de justificar sus decisiones, el aducir que los otros antes mataban? Por otro lado, considerar a todo aquel disidente como un elemento distractor para el 'avance', y por tanto tacharlo livianamente de intolerante, es simplemente deshumanizarlo. ¿No era acaso lo mismo que hacía la dictadura que tanto dolor causó?
Hoy estamos viendo cómo aquellos que lograron rescatara nuestra nación, ahora están contribuyendo a su lenta muerte a partir de los valores esenciales, como lo son la vida y la expresión de las ideas -estas son algunas de las muchas formas de matar a una sociedad-. En tanto todo se relativiza, comienza la desconstrucción de la humanidad. Los cristianos basados de verdad en la Biblia optamos por el absoluto de la vida, y a pesar de estar en desacuerdo con muchos, valoramos y defendemos la opción de otros a expresar sus ideas.