Copa América: una responsabilidad
Aunque el Mundial de Fútbol de Brasil 2014 sigue su curso con los ocho seleccionados que pasaron a los cuartos de final, para muchos chilenos esta fiesta deportiva, la de mayor alcance en el orbe, ya no es la misma tras la eliminación del equipo nacional. No obstante, y a modo de reivindicación ante la injusticia de los infortunios repetidos, la opinión pública se ha volcado hacia la Copa América 2015, que cuenta con los galones de ser el torneo de selecciones más antiguo del mundo y que en cada una de sus versiones genera un enorme interés de los telespectadores en todos los continentes, con números que con largueza compiten con cualquier evento deportivo.
La Copa América del próximo año será sin ninguna duda un acontecimiento de marca mayor y que afortunadamente tendrá a Temuco como una de sus ocho sedes, en una inestimable oportunidad para mostrar ante el continente y el mundo las condiciones que ofrece la capital y ciertamente también la Región de La Araucanía. Ante tamaña responsabilidad de velar por la marca Chile, es una obligación de las autoridades y de la propia ciudadanía estar a la altura de las circunstancias. A medida que se vayan acercando las semanas de competencia, irá creciendo progresivamente el interés de los medios de comunicación por lo que acá ocurre, tal cual ocurrió con las ciudades brasileñas en los meses previos al Mundial 2014.
Esta semana precisamente se ha dado uno de los tantos pasos que tendrán que darse para la organización. La empresa expendedora de los ticket de ingreso visitó el Estadio Germán Becker para evaluar la posibilidad de numerar todas las butacas, en un afán de poner mayor orden y consecuentemente, mayor comodidad a los asistentes.
Así como esto, a futuro vendrán visitas para decidir los campos de entrenamiento, para chequear la seguridad del estadio y sus alrededores, para analizar la capacidad hotelera, el turismo, la capacidad de las conexiones aéreas, etc. Para cada una de ellas se requiere el compromiso de la comunidad y el liderazgo de las autoridades, en el entendido que se trata de una fiesta de la que todos son responsables.