Cuando Temuco también ardió ...
Las imágenes del incendio de Valparaíso nos permitieron conocer un poco más de cerca la magnitud de la catástrofe y las cadenas de solidaridad que se activan en estos casos. Temuco también conoce de estas tragedias.
Corría el puelche por aquel viejo caserío de casas de madera en mal estado, en las actuales esquinas de Prat y Montt donde se ubicaba La Proveedora del Hogar, tienda dedicada a productos domésticos. A un costado, se inició el fuego en una cocina, consumiendo las distintas piezas del recinto; sin control, se propagó el fuego en las viviendas aledañas. La única reacción posible era huir del fuego que todo lo consumía. Cuenta la historia que, en medio de la desesperación, la gente tiraba la vajilla desde los segundos pisos.
Aquel domingo 19 de enero, el Cuerpo de Bomberos tuvo la mayor prueba en su corta vida. Ante la imposibilidad de responder adecuadamente, se tuvo que llamar a otras compañías provenientes de Concepción y Valdivia. Más de tres mil quinientas personas quedaron sin hogar. 15 cuadras de largo por 8 de ancho fue la extensión, dirá Eduardo Pino en 1969, es decir, desde Prat con Montt hasta el final de calle Miraflores. Toda la noche la ciudad ardió sin control.
Según la revista ZigZag, no se veían más que palos carbonizados, troncos de árboles quemados, postes de luz eléctrica y alambres telefónicos por el suelo, zinc y escombros humeantes. El pillaje apareció tras el fin del siniestro, dado que la policía urbana no fue capaz de contener esta situación, al punto que la tercera parte de lo desaparecido fue robado incluso en carretonadas. Pillaje que se tradujo también en la usura de los comerciantes que subieron los artículos de primera necesidad a más del doble.
No conforme con eso, el tren que traía ayuda a los damnificados se descarriló el día 19 a sólo 15 cuadras de la estación, lo que impidió generar ayuda efectiva. Asimismo, el Gobierno central demoró meses en liberar los recursos por lo lento del debate parlamentario. Sólo se recibían palabras de buena crianza para aplacar las críticas, cada vez más potente. El corolario no fue mejor, siendo una epidemia de viruela lo que terminó por devastar aun más la desmedrada situación de la ciudad.
Todo esto provocó que la madera fuera abandonada como material principal de construcción y se diera paso a la edificación con ladrillos. Asimismo, que se emplazara un nuevo sector para albergar a los damnificados: Pueblo Nuevo.