Las cifras en la salud pública en cuanto atención primaria son lapidarias: faltan 2.500 médicos a nivel nacional, lo que significa que diariamente se dejan de atender unos 30 mil pacientes, tema que nuestros lectores en La Araucanía dejan de manifiesto con mucha frecuencia. Esto es fundamental, toda vez que la única forma de liberar a los hospitales de presiones innecesarias es que la atención primaria sea capaz de cubrir las necesidades que le corresponden.

A ese respecto se han reunido la Confederación Nacional de Funcionarios de Salud Municipal -Confusam- y el Ministerio de Salud para estudiar la posibilidad de que los facultativos que no han rendido el Examen Único Nacional de Conocimientos de Medicina, Eunacom, situación en la que estarían unos 1.700 médicos, puedan desempeñarse en el nivel primario. Se trata fundamentalmente de extranjeros, ante la renuencia de sus pares chilenos para cubrir los puestos de este gran déficit.

De hecho en este momento hay más de mil médicos, tanto extranjeros como chilenos, que trabajan en la atención primaria municipal sin haber aprobado el Eunacom. En la Confusam hay consenso de que sin su presencia las consecuencias serían 'catastróficas'.

A esta entidad le sorprende que el Eunacom sea obligatorio para quienes se desempeñan en la salud pública y no lo sea para la privada, configurándose una clara discriminación. Eso se traduce en que un médico del sistema privado no puede trabajar en el público.

La idea urgente es que el ministerio realice un estudio que permita regularizar la situación de los 1.700 médicos que no han rendido en el Eunacom, que lleguen a la atención primaria pero con el compromiso de permanecer en ella durante un tiempo 'prolongado'.

En este momento a nivel regional y nacional hay problemas con la salud pública ante la aparición de las enfermedades propias de la época y la falta de médicos se hace más notoria y dramática, en especial para los sectores desvalidos que carecen de medios para financiar otras opciones.

El 12 de julio se celebraron 110 años del nacimiento de Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura y uno de los poetas más notables de la lengua castellana en el pasado siglo XX. El filólogo español Javier Aguirre, avecindado en Chile desde hace algún tiempo, asegura que si Temuco es conocido en el mundo se debe al poeta nacido en Parral, cuyo dilatado nombre trasciende los siglos y las latitudes.

Neruda, quien llegó a la ciudad del Ñielol a los dos años y la dejó a los casi 17 para estudiar pedagogía en Francés en Santiago, publicó acá sus primeros poemas y no dejó nunca de sentirse un hijo espiritual de La Frontera ('De ese paisaje quedó impregnada mi poesía. El mar, las montañas y los ríos de aquella región se quedaron enmarañados en mi alma. Sigue lloviendo dentro de mí, como hace 60 años en Temuco'). Asimismo, es en esta ciudad donde dejó de llamarse Neftalí Reyes -su nombre original- para pasar a firmar como Pablo Neruda, nombre que después legalizó.

Sabido es que diversas instancias pretenden reflotar la figura del autor de 'Residencia en la tierra' y trazar una ruta patrimonial, que incluye la recuperación simbólica de 18 lugares esenciales, siendo el principal la casa que perteneciera a su padre, de calle Lautaro 1436, en pleno sector de Feria Pinto. El proyecto -a despecho de los riesgos de trivialización y de darle mayor importancia al Neruda publicista que al Neruda escritor- es sin duda plausible y necesario, y puede marcar un punto de inflexión en el trato de nuestra ciudad con su cultura.

La situación de Neruda es paradójica. Por un lado, se le analiza en academias, se hacen muchos negocios en su nombre y su efigie -con la clásica boina y la pipa, en ese rostro obeso y bonachón- es una de las más difundidas en el mundo. Pero, en concordancia con el neo-analfabetismo que vivimos, se le lee poco y nada. Y los jóvenes poetas en Chile lo desestiman, prefiriendo entre otros a poetas como Parra, Lihn, Teillier o Pablo de Rokha.

Ello se debe menos al instinto parricida de los jóvenes, a la invisibilidad perpetrada por los nerudianos contra los otros vates, que a la cualidad de Neruda como sujeto moderno. Esto es, su tendencia platónica de apelar a 'lo bueno, lo bello y lo verdadero' como entidades indivisibles, y que lleva a su poesía a carecer de múltiples lecturas y de posmoderno sentido del humor. Pero la alta poesía tiene algo intemporal y siempre retorna a interpretar el mundo con palabras.

Es por ello que Neruda volverá a saborearse, pues estoy cierto que, al decir de un poeta francés, 'a cada derrumbe de las pruebas, el poeta responde con una salva por el porvenir'.