Amenazas contra nuevo aeropuerto
Lo que ha pasado con el nuevo aeropuerto de la Región, en el que el Estado invirtió 120 millones de dólares para sustituir las deficientes condiciones del añoso terminal aéreo de Maquehue, resume casi a la perfección el drama que hace años sigue atenazando a La Araucanía. Imposibilitada de avanzar de manera normal como lo hacen otras regiones con incluso menos potencialidades, en esta tierra las promesas incumplidas y la falta de diálogo han hecho de la violencia el conducto 'normal' para conseguir los objetivos de ciertos grupos, pasando por encima de la ley, de la institucionalidad y de la inmensa mayoría de la ciudadanía que está por vivir y trabajar de manera digna.
La frustrada apertura del aeropuerto, anunciada ahora para el próximo martes, denota además el fracaso del Estado para cautelar la integridad de una obra de infraestructura que por lejos es la más considerable en años en la Región. Para que se concretara este aeropuerto hizo falta superar una serie de negociaciones y acciones judiciales que dilataron su construcción. Pero extrañamente, conociendo las especiales circunstancias de esta cuantiosa inversión y el contexto en el que se generó, las autoridades no fueron capaces de prever, ad portas de su puesta en marcha, que habían temas pendientes con las comunidades mapuches a las que debía compensarse con justas y comprometidas medidas de mitigación.
Ni la pretendida política de anticipación ni las medidas de seguridad funcionaron aquí. Lo sorprendente es que ingresar a la losa de un terminal aéreo y destruir faroles ocurra como si nada. Lo que en cualquier otro país habría sido razón suficiente para prender las alarmas y perseguir a los responsables -pues no se trata de la amenaza a un galpón o a un bosque, sino que a un ¡avión!-, aquí sucede como si fuese lo más normal del mundo.
Es ahora y en esta materia que quienes han acumulado un legítimo capital de credibilidad en las esferas de Gobierno actuén para influir y desaconsejar nuevas acciones violentas. Son los grandes liderazgos los que se requieren para evitar la legitimación de la violencia como método de negociación.