Reacciones encontradas ha suscitado el anuncio en el sentido de que el aporte del Estado al Plan de Descontaminación Ambiental (PDA) de la intercomuna Temuco-Padre Las Casas llegará sólo al 37 por ciento del total de la inversión. Traducido a números, se trataría de 110 millones de dólares para un plazo de 10 años, durante el cual se pretende ir reduciendo la contaminación ambiental hasta llegar a un 67 por ciento menos que hoy.

Esos dineros serían utilizados, fundamentalmente, en la aislación térmica de las viviendas y el recambio de calefactores, pero al nivel de 11 millones de dólares/año surgen legítimas dudas respecto de la efectividad que pudiera tener esa suma.

El diputado regional René Saffirio, oficialista, ha mostrado su discrepancia con lo anterior, explicitando que la intercomuna precisa unos 50 millones de dólares anuales, totalizando 500 en el lapso de los 10 años. Y para conseguir una modificación de estos aportes hará presión en la Cámara Baja, junto a otros congresistas de regiones, amarrando la petición a los aportes que el Gobierno pretende se aprueben para que el Transantiago siga su marcha siempre deficitaria.

En la otra vereda, el senador José García Ruminot, de la oposición, se muestra extrañado de que el Plan de Descontaminación Ambiental no cuente con un cien por cien de financiamiento.

Todo lo anterior significa que en el tema del PDA y de cuál será el papel de cada quien en esta materia, hay aún mucho paño que cortar. Es de fácil comprensión que a nivel de empresas, éstas habrán de financiar mejoras en sus sistemas y en lo posible utilizar combustibles alternativos no contaminantes; igual aporte deberían hacer los particulares que disponen de las posibilidades para financiar mejores calefactores, adquiriendo filtros u otros implementos tecnológicos que pudiera servir a estos propósitos.

Queda pendiente el secado industrial de la leña, permitiendo abastecer sin problemas a la población. La calidad del insumo es vital en la lucha contra la contaminación, tanto como la buena tecnología de los aparatos y un uso correcto de los mismos.

Diversas han sido las reacciones a las declaraciones del intendente Francisco Huenchumilla acerca de nuestra Araucanía y su paz. De plano no se puede estar de acuerdo con frases rimbombantes que exacerban los ánimos y en nada ayudan a lograr la tan ansiada paz, esto porque nos desvían de los esfuerzos reales para lograr un buen vivir real y duradero en la Región.

Ante este difícil escenario que nos toca, es importante reconocer que lo vital para una buena convivencia es poder conocernos los unos a los otros para generar un hábitat de paz y armonía. Uno puede entregar infinitos beneficios a un pueblo en específico, sin embargo, qué saco otorgando recursos si la convivencia sigue siendo mala, ya que una de las partes de la población es ignorante respecto de la otra, no conoce sus costumbres, sus tradiciones, sus 'códigos', etcétera.

Este es un problema que vive la gran mayoría de los habitantes de La Araucanía que no tienen ascendencia mapuche, puesto que no tienen ninguna instancia importante a través de la cual puedan aprender de la cultura y creencias de sus pueblos originarios. Esto a excepción de los autodidactas que se informan a través de libros, pero ellos son una minoría y no se puede pretender que los habitantes se enteren de las culturas de sus territorios por medio de la iniciativa personal; sería una utopía.

Muchas veces se ha mencionado que el llamado conflicto mapuche (mal llamado porque esto es un conflicto Araucanía) más que ser un problema, puede ser una oportunidad para poner en valor nuestra naturaleza multiétnica, algo con lo que adhiero firmemente. Pese a esto, ¿cómo puedo poner en valor algo que no conozco? Como ya dije, en la Región no hay instancias formales para aprender y estudiar qué es la cultura mapuche. Por este motivo propongo que sea obligatorio para todos los establecimientos educacionales tanto municipales, particulares subvencionados y particulares la enseñanza de la cultura de sus pueblos originarios. En La Araucanía tiene que ser la mapuche, en el norte la aymara.

Algo se ha hecho, ya que el DS 280 obliga a que todos los establecimientos educacionales con un mínimo de 20% de matrícula indígena tengan educación intercultural bilingüe entre primero a octavo básico a 2017. El texto legal sólo hace referencia a la enseñanza de la lengua y no de la cultura. Pese a ser buena la iniciativa que se comenzó a aplicar durante el gobierno pasado, ésta es insuficiente.