Nacer de nuevo
'No te sorprenda que te diga: tienes que nacer de nuevo', fueron las palabras de Jesús a Nicodemo. Su conversación con este anciano, quien era un buscador genuino de Dios, parece sorprender, sin embargo, pues no calificaría para ser definido como alguien malo y degradado. Pero Jesús conocía muy bien la naturaleza humana, caída y corrupta, y que no dependía tanto de las acciones externas la calificación a los ojos de Dios, de la condición interna del hombre.
Claro, Dios, quien conoce en realidad los corazones, sabe que podemos portarnos muy bien y, sin embargo, tener un corazón que tiende a la maldad. O tener un corazón malo y que nuestros hechos vayan acompañados de malas acciones de manera natural.
En nuestro mundo vemos acciones malas (guerras, asesinatos, secuestros, robos, destrucción, corrupción, mentiras, abusos, abortos, amenazas y muchas otras acciones llenas de odio) en todas partes y en todo momento. Es pan de cada día, y pensamos que evidentemente son malas personas realizando malas acciones. A ellos calificamos de delincuentes que no tienen perdón de Dios, que no tienen vuelta. Pero la realidad es que toda nuestra sociedad actúa de manera corrupta a los ojos de Dios, y no tenemos vuelta. Incluso nos justificamos diciendo y pensando que nosotros no somos tan malos, que los verdaderamente malos están o deberían estar en la cárcel. Y sin duda que en cuanto al castigo a los delincuentes, efectivamente la cárcel sería el lugar adecuado donde ellos deben ir a parar.
Pero en ocasiones es justamente allí, donde van a parar los delincuentes, donde se puede encontrar un oasis de esperanza, pues muchos deben reconocer en aislamiento forzado su situación frente a Dios y frente a la sociedad; pero algunos buscan cambiar. Usted me dirá que para quienes son malos de adentro no hay ninguna esperanza de cambio real. Déjeme decirle que está equivocado. El Evangelio ha mostrado claramente que puede lograr cambios, cuando los 'malos' toman conciencia de su maldad, y con el auxilio de Dios nacen de nuevo. Prueba de ello es el resultado de la acción de la iglesia en muchas cárceles del país y del mundo, lo que es indesmentible en cuanto a la rehabilitación social.
Ahora bien, ¿y qué de los 'buenos'? ¿No será que también necesitan reconocer su real situación frente Dios, y buscar un cambio? El asunto no va por la vía de ser gentiles, de ser amables, sino -citando a Lewis- de ser de nuevo. Entonces querido lector, no se sorprenda que le diga que usted también debe nacer de nuevo.