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Estudiante de Derecho que fallece de un aneurisma dona sus dos riñones

gesto de amor. Su nombre es Alfonso Andrés Quintana Donoso (22) y estudiaba en la Universidad Autónoma. Hace cuatro años manifestó su deseo de ser donante cuando sacó su cédula.

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'Se metió en la tina. Me dijo mamita me voy a relajar un rato y de ahí voy al supermercado. De ahí no salió más. Después lo encontré durmiendo'.

Con una gran entereza y con la convicción de que su amado hijo tuvo una vida en plenitud, fiel a sus convicciones humanistas, María Jesús Donoso, describe el momento preciso en que a causa de un aneurisma cerebral, Alfonso Andrés Quintana Donoso (22), más conocido como 'Fonchito', entró a un coma sin retorno.

Esto sucedió el lunes a las 16.16 horas en su domicilio ubicado en el sector de Los Conquistadores. Incluso su madre relata que 'estoy convencida que Fonchito esperó lo que más pudo para poder donar lo que más sirviera de sus órganos', tal como lo había manifestado en vida.

De esta manera, los riñones de este joven, ex alumno del colegio Pumahue y estudiante de segundo año de la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de Chile sede Temuco, se convirtieron en el cuarto procuramiento del año del Hospital Hernán Henríquez Aravena.

Pese, como manifiesta su madre, a que estaba totalmente sano (incluso había dejado de fumar hace un año) y que hasta el último minuto nunca manifestó algún síntoma que diera luces de lo sucedido.

La madre de Fonchito indica, mientras éste es velado en la Iglesia San Juan Bautista, ubicada en la Avenida Ignacio Carrera Pinto, que su hijo donó sus dos riñones.

Fueron los únicos órganos que se pudieron salvar y por esa razón no fue un procuramiento múltiple.

'No sabemos mucho de los receptores, pero entiendo que un riñón se fue a Valdivia y el otro a Santiago, pudiendo ser los beneficiados de otras ciudades', detalla.

Tanto su madre como su mejor amigo, Francisco Báez, quien estudia Ingeniería Comercial en la Universidad Mayor y a quien conoció en el colegio Pumahue cuando llegó en cuarto medio desde Viña del Mar, coinciden en que Fonchito expresó en vida y a viva voz en su familia y entre sus compañeros su ferviente deseo de ser donante.

'Siempre quiso ser donante de órganos. Dijo que si algún día se moría quería dar vida. De hecho yo admiraba su desapego por las cosas materiales. Si era por ayudar: daba todo, sin importar nada', esgrime Baez.

Quienes lo conocieron manifiestan que su faceta de donante de órganos refleja muy bien lo que él era, lo que anhelaba de la vida y lo que consideraba importante.

'Vivió a fondo, pero con límites, un joven súper responsable que supo equilibrar el carrete, los amigos, las responsabilidades familiares y los estudios. Tenía una gran conciencia social. Era un hombre de ideales férreos los que defendía con argumentos, prácticamente, irrebatibles. Cuando él hablaba: dejaba callado a todos', manifiesta Baez.

Ayer, mientras era velado, sus ex compañeros del colegio Pumahue recordaban de manera muy especial el día en que Fonchito decidió ser donante.

Estaba en cuarto medio y había ido a sacar su cédula de identidad. 'Llegó al curso contento, mostrándonos a todos su nuevo carnet en donde decía que era donante de órganos', detalló Báez.

Su opción fue respaldada por su familia y encontró no sólo el apoyo, sino también la admiración. 'Yo también soy donante y cuando me dijo lo encontré fantástico, hasta lo acompañé a la notaría', asegura su madre.

Miguel Mellado, director de Extensión y Comunicaciones de la Universidad Autónoma dijo que como institución 'estamos dolidos con la pérdida, pero a la vez orgullosos del gesto de amor de la familia de Alfonso de dar la oportunidad de vida a otras personas'.

Su madre, María Paz Donoso, asegura que está feliz que su hijo haya podido cumplir su anhelo de ser donante. 'No me cabe duda que él luchó por eso hasta el final y eso me deja muy tranquila. Es más, sé que mi ángel está mirándonos desde el cielo y aprobando todo lo que decimos de él (ríe)'.

Un excelente hijo y hermano (era el hijo de al medio), el amigo más apañador que podía existir, un 'loquillo' en el amor, con conciencia social, extremadamente alegre, de piel, humanista, de ideales intransables (imposible rebatirle sus argumentos), de hablar fuerte, amante de la naturaleza, de los animales, de la historia y de la lectura.

Así era Alfonso Quintana, este joven que además era un cruzado fanático. 'Le gustaba tanto la Universidad Católica que tenía un caballero cruzado en el pecho. Sufría y lloraba por la Católica y su héroe era el Milo Mirosevic', confirma Baez.

En el último tiempo se encontraba además enfocado en un sueño emprendedor. 'Como su familia tiene campo en el sector de Catrico, Fonchito quería tener un negocio con las abejas, repetía que había que salvarlas de la extinción, porque eran fundamentales para la vida del planeta. Su plan era exportarlas', apunta Báez.

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