Los peligros delchat al conducir
U no de los problemas importantes que se registra en calles y carreteras es la conducción de vehículos motorizados simultáneamente con el uso de teléfonos inteligentes, un fenómeno que multiplica por cuatro las posibilidades de tener un accidente vial. Hay estudios de la Organización Mundial de la Salud y de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica en orden a que esta nefasta práctica equivale a manejar en estado de ebriedad porque se recrean conductas parecidas, con la misma pérdida de reflejos al volante que provoca el consumo del alcohol.
Primero fue contestar y/o hacer llamadas telefónicas, lo que ya constituye un riesgo evidente, luego utilizar el chat, revisar por Internet, etcétera, procesos que necesitan de una mayor atención y, por ende, un perjuicio evidente de las aptitudes que se debe poner en práctica a la hora de conducir. Las calles y avenidas de Temuco son mudos testigos de lo anterior, sin que se le ponga debido atajo a la situación.
Hay autoridades, instituciones y empresas que intentan hacer conciencia de estos riesgos tan altos, toda vez que el porcentaje de accidentes está influido muy fuertemente por estas negativas costumbres. Carabineros tiene entre sus funciones el controlar este tipo de situaciones, pero, más allá de que deba incrementar los controles, se necesita de una respuesta efectiva por parte de los conductores, la que hasta ahora -por desgracia- muestra un bajísimo nivel de cumplimiento.
Quienes infringen esta norma fundamental arriesgan su integridad física, pero además hacen peligrar la vida de otros conductores y de peatones que muchas veces son víctimas incluso fatales de este manejo sin estar atento a las condiciones del tránsito pero sí a una actividad tan banal como chatear o utilizar otros mecanismos.
La gravísima costumbre, tan arraigada, de desobedecer toda norma, como las del tránsito, en la medida de que no se observe presencia policial, tiene consecuencias imprevisibles y se necesita de una política nacional, de toda la sociedad, para poner coto a esta desagradable arista de nuestra idiosincrasia.
Un desafío tremendo y de alta complejidad, pero que debe enfrentarse cuanto antes.