La Araucana olvidada
En una conversación en estos días patrios me comentaban que en un espectáculo de TV desde farándula se escenificaba una sala de clases, en ella, la maestra pregunta ¿por qué Lautaro andaba con un tronco de árbol al hombro? El alumno interrogado responde: porque andaba buscando leña señorita. Si hubiese existido el gas licuado seguramente habría andado con un balón al hombro, según este joven. Al margen de la hilaridad que pudo lograrse con este diálogo jocoso es claro que la pregunta confundió a Caupolicán con Lautaro.
Quienes recordamos los viejos libros de lectura que nos acompañaron en nuestros años de colegiales, todavía mantenemos en la memoria los versos de Rubén Darío 'Anduvo, anduvo, lo vio la noche pálida, lo vio la luz del día y siempre el tronco de árbol a cuesta del Titán' eran los versos que dedicó el gran nicaragüense al mítico Caupolicán.
Nuestro desconocimiento de La Araucana es mayúsculo. El libro de don Alonso de Ercilla se ha editado en Chile muchas veces, pero aún así su lectura cada día es menos común, lo que nos aleja de una obra que entusiasmaba a las generaciones que no conocieron la televisión.
Aunque se trata de una obra cumbre de la literatura, la primera de las epopeyas registradas en español, aunque para nosotros represente la heroicidad de la nación más aguerrida de América, la que representa, la ambición del conquistador y también su valentía y por supuesto muy puntualmente el ansia ilimitada de libertad del pueblo mapuche, debemos inclinarnos ante una verdad penosa: nadie lee ahora La Araucana .Y no sin razón. Los términos desusados para nuestro lenguaje diario, la rima que atenta contra la fluidez del relato, hace que la lectura adquiera una cierta monotonía que el vivido retrato de personajes y situaciones novedosas, como las batallas y las virtudes sobresalientes de sus personajes, no alcanzan a superar. Es ese, precisamente, el mayor escollo que hace caer, por ignorancia, en errores como el referido.
Hago esta columna, por tratarse de un tema ligado a nuestra historia regional, el Ministerio de Educación o los organismos de la cultura debieran llamar a un gran concurso público para conseguir una obra de La Araucana prosificada.