Más vale prevenir que lamentar
Fui a África hace dos semanas. Cuando llegué allá bajando del avión, había personal médico haciendo revisiones a cada pasajero, para detectar cualquier posible caso de ébola. Luego de una semana, en mi viaje de regreso pasé por Alemania, donde la revisión a cada pasajero daba cuenta de que tenían protocolos preestablecidos para evitar posibles contagios. Durante mi ausencia me enteraba por los medios de comunicación, de que el Gobierno en Chile estaba tomando todas las medidas y estableciendo protocolos para enfrentar esta amenaza, pues tiene una imagen de seriedad a nivel internacional. Imaginé entonces que al volver esta semana a Chile bajando del avión, habría casi un comité de recepción médico, esperando sobre todo a los pasajeros provenientes de África, como era mi caso. ¡Pero nada!
Eso de que la imagen es todo, parecía caerse frente a la realidad. La imagen de precaución y toma de medidas necesarias, cumpliendo protocolos preestablecidos para evitar cualquier posible contagio, actuando con la seriedad de 'más vale prevenir que lamentar', que aparecía en los medios, era falsa. De hecho deja mucho que desear de quien transmite la información (medios) o de quien emite la información (Gobierno). Llegué a mi casa con la sensación de que aquí alguien nos miente, o al menos alguien se miente a sí mismo. En ambos casos, grave. En ocasiones el plan de futuro se debe aplicar hoy.
Eso me hace pensar acerca de la realidad que a diario enfrentamos ante Dios. Muchos simplemente se mienten a sí mismos diciendo que están bien, que no necesitan en sus vidas una relación personal con Dios, que basta creer en él, y ya. Algunos se dejan caer en fábulas alrededor de lo religioso y pseudo-espiritual que muchas iglesias han contado. Otros en tanto ponen su mirada en el hoy, y cuando llegue el mañana, pensarán en él. No tomarán medidas hoy, aunque parezca que sí lo están haciendo y dirán a los demás que ya están preparados.
Pero nosotros los cristianos sabemos que más temprano que tarde, un día llegará en que todos tengamos que enfrentarnos a Dios, ya sea que todo se acabe o que nosotros terminemos nuestra existencia en la tierra. Cuando ese día llegue, espero que estemos preparados cada uno, sin haber mentido a nadie y sin mentirnos a nosotros mismos, de cómo estábamos realmente para ver cara a cara a Cristo. Por que ese día, ya no habrá más excusas. Por eso el día de arreglar cuentas es hoy. Mañana puede ser demasiado tarde. Recuerde, más vale prevenir que lamentar.