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La historia de un conflicto entre dos países que estuvo a punto de estallar

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Jaime Flores, académico de la Ufro

El Conflicto del Beagle y otros del siglo XIX y XX se enmarcan en el proceso de delimitación de las fronteras, situación que constituyó uno de los desafíos más significativos en la construcción de los estados nacionales latinoamericanos, también uno de los aspectos de mayor tirantez entre los países. Ese es el caso de Chile y Argentina desde la segunda mitad del siglo XIX.

Dos zonas fueron las de mayor tensión, La Puna de Atacama y la Patagonia. Mirado en una perspectiva general y en la mediana duración, los procesos de expansión territorial hacia las tierras indígenas del sur a partir de mediados del siglo XIX implicaron movimientos estratégicos que no sólo tenían como propósito incorporar nuevas tierras productivas, también constituir y consolidar las fronteras nacionales respecto del otro país. A fines del siglo XIX hubo tensiones con Argentina de tal envergadura que también se estuvo muy próximo de un conflicto bélico, no obstante se impuso la diplomacia y uno de los problemas que quedaron para una resolución futura fue el del Beagle.

En este marco, en el caso de La Araucanía uno de los aspectos a resolver fue fijar hasta donde se extendía el territorio chileno hacia el Este. Recordemos que el ejército argentino había incorporado el territorio de Neuquén con la llamada Conquista del Desierto y la consiguiente expulsión y reducción de la población indígena del Puelmapu. Fundaciones de pueblos como Lonquimay (1896) en Chile y San Martín de Los Andes en Argentina (1898) forman parte de esta historia de tensiones. En ambos casos existe una causa geopolítica: sentar soberanía en territorios fronterizos y controlar las principales rutas que conectaban ambos territorios. Años antes (1883) se había fundado Pucón (control del paso de Villarrica) e instalado una serie de fuertes en la zona cordillerana. Recuérdese, además, que la primera capital de Neuquén fue Chos Malal (frente a Los Ángeles), localizada en la cordillera, punto que posibilitaba el control de uno de los pasos estratégicos que cruzaban la cordillera.

En buenas cuentas, en el territorio de La Araucanía se pueden descubrir una serie de huellas de estas tensiones limítrofes y de muchas otras historias, lo que ocurre es que tenemos una memoria histórica episódica, fracturada y, en algunos casos, de corto plazo.