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Artistas del semáforo: acrobacias y bailes entre el cambio de luces

Circo urbano. Jóvenes y adultos temuquenses transforman las esquinas de la ciudad en escenarios abiertos para mostrar su arte a cambio de algunas monedas.
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cronica@australtemuco.cl

En un lapso infinitamente corto, en lo que tarda en cambiar el rojo del semáforo a verde, numerosos jóvenes de Temuco realizan las más insólitas performances con la intención de impresionar a los conductores de las primeras filas que aguardan el cambio de luces. Malabaristas, zanquistas, contorsionistas, cheerleaders, algunos dominando un balón, otros equilibrando cuchillos, se apoderan intermitentemente de las esquinas más concurridas de Temuco para reunir moneda a moneda su "salario" diario.

"Es un desafío, pues apenas son 45 ó 50 segundos para montar un espectáculo y 5 a 10 segundos más para pedir una moneda", apunta Cristian Vargas, quien a sus 18 años ya es un especialista en el malabarismo chino del diábolo. "Uno debe adecuarse al semáforo".

Desde hace algunos años, las esquinas de mayor tránsito de la ciudad se han convertido en escenarios abiertos, donde el ruido de motores y la vorágine de la ciudad no han sido obstáculo para que un puñado de temuquenses día a día improvisen los más variopintos espectáculos. Apenas unos segundos aportados por el cambio de luces son los requeridos para hacer de las intersecciones urbanas pequeños circos y teatros aptos para todo público, con valor de entrada al gusto del espectador y con la misión del artista de despertar el interés entre los matemáticos guiños del semáforo.

La esquina de Avenida Prat con Caupolicán es uno de estos escenarios. Allí, la actuación queda en manos de Lito Catalán Rojas, quien años atrás fuera conocido por su performance de estatua en calle Bulnes. Hoy, este artista callejero de 47 años sincroniza su presentación de prestidigitación con cuerdas a los 45 segundos que le marca el paso de la luz roja a la verde.

"Mi trabajo de estatua era itinerante, y en los viajes aprendí varios trucos de este arte de la prestidigitación, que muchos conocen como magia. Varios de estos trucos eran de salón, pero también había otros que podían adaptarse al semáforo", relató Catalán. "Así es que decidí variar, y girar hacia el trabajo en el semáforo. Para eso inventé un personaje, con maquillaje y vestuario especial, y lo estrené en Rancagua".

Esta extraña mezcla de mimo, payaso y prestidigitación fue bien recibida en las calles rancaguinas, lo que motivó a este artista callejero a llevar el arte del semáforo a distintas ciudades, Temuco entre ellas.

"El año pasado me radiqué definitivamente en Temuco, en Labranza, por lo que comencé a buscar las principales intersecciones, es así que puedo estar un día en Lautaro con Caupolicán, otro en Claro Solar, otras veces en la entrada norte, en Pueblo Nuevo... Hay que ir recorriendo, pues en cada punto son diferentes los públicos y uno aprende a distinguirlos".

La performance de Catalán se basa en su personaje autobautizado como el "Mago Lito". Con peluca, rostro maquillado en el blanco tradicional del mimo y un par de lentes desproporcionadamente grandes, espera el cambio de luces del semáforo para instalarse frente a los automóviles y dar inicio a una rutina con sogas que se atan y desatan mágicamente frente a los ojos de los conductores, al menos los de los autos en primera fila. También trabaja con pelotitas, aros, monedas y los clásicos pañuelos y cartas.

El Mago Lito asegura que con lo ganado semana a semana alcanza hasta ahora para salir adelante con su familia, conformada por su esposa y 4 hijos, todos estudiantes.

"Trabajo de lunes a sábado. En un buen día se pueden lograr 15 mil pesos, es decir, da para un sueldo mensual", apunta el artista callejero. "Yo siento que acá en Temuco costó un poco introducir este arte callejero, pero hoy veo que a la gente le gusta. Además, no hay obligación de nada, si a la gente le gusta, bien, si no le gusta, bien también. La cooperación es libre".

"Caluguita Junior" esconde tras su traje, peluca y rostro de payaso a Patricio Andrés Vejas. Con pasado circense -ofició desde trapecista hasta payaso- en los últimos años ha hecho de las calles de Temuco su hogar y su oficina.

"Pero no sólo hago esto en Temuco, también en otras ciudades del sur, pero donde me va mejor es aquí", asegura Patricio Vejas.

Su rutina de trabajo la desarrolla de viernes a domingo, en la concurrida intersección de Prieto Norte con Pedro de Valdivia. Perfectamente vestido de payaso, aguarda a que el rojo inmovilice los vehículos para saltar al frente y realizar malabarismo con pelotas, aros y -como guinda de la torta- su solicitado truco de la papa, donde el malabarismo con tres tubérculos termina con el último ensartado en un tenedor que sostiene en la boca.

"Yo sólo me dedico a esto y da para vivir, asegura convencido".

A sus 18 años, Cristian Vargas se alza como un destacado malabarista del diábolo, implemento de origen chino que se juega con un carrete que se hace girar con una cuerda.

"Todo está en la muñeca", asegura este joven de 18 años. "Yo tenía 15 años cuando vi por primera vez un diábolo, que lo manejaba un amigo. De inmediato me interesó y me propuse aprender a manejarlo. Después de 3 meses de práctica, me tiré a la calle".

Recién egresado de Cuarto Año Medio en el Liceo Cautín, Vargas tiene puestos sus ojos en las carreras de Gastronomía Internacional o Preparador Físico, que espera cursar el próximo año.

"Lo que reúno en el semáforo lo ocupo en pasajes y para comer", asegura el malabarista, mientras espera el cambio de luces en Lautaro con Caupolicán. "Es muy variable lo que se puede ganar. Recuerdo que mi mejor momento fue una memorable ocasión donde recibí 25 mil pesos en 2 horas".

Respecto del arte del semáforo, apunta que trabaja un par de veces a la semana en las esquinas de la ciudad.

"Por lo general el semáforo me da espacio para una rutina de 50 segundos, aunque en Avenida Alemania se pueden ocupar 70", apunta el joven malabarista. "Uno tiene que sacar de allí unos 5 ó 10 segundos para pasar por los primeros autos pidiendo la colaboración voluntaria".

Sin el arte ni el circo de sus colegas, la performance de Vicente Valle Jara se basa en la simpatía y en la perplejidad que despierta en los conductores.

Premunido de un extraño gorro hecho con botellas plásticas cortadas, apenas se detiene los autos, salta animosamente a la calle para iniciar una cumbia desenfrenada... sin música.

"Hace mucho tiempo que estoy haciendo esto, me sirve para ganar monedas", apunta este temuquense de 43 años. "Yo tengo problemas de visión, así es que de aquí saco el sustento para mí y mi mamá".

Asegura que la contribución de los conductores va de los 100 a los 300 pesos, aunque en una ocasión un solo aporte fue de 8 mil pesos, situación que no ha querido olvidar.

El escenario de este entusiasta vecino es Prieto con Pedro de Valdivia, por donde circula una gran cantidad de vehículos.

"Yo aprendí a bailar solito", asegura Vicente Valle, "y en el poco tiempo que me deja el semáforo, bailo y bailo. ¿Por qué no pongo música? porque esta es una cumbia natural".