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Las casas de Temuco que hacen soñar a los niños en esta Navidad

fiestas de fin de año. Estos coleccionistas navideños han hecho de su hobby un verdadero servicio a la comunidad, alegrando a familias enteras, que se encantan con el espíritu propio de esta celebración.

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Luces de distintos colores, adornos en los techos y mucho más, son parte de las ornamentaciones navideñas por las que han optado cada vez más temuquenses, quienes a través de la decoración no sólo disfrutan junto a los suyos, sino también hacen felices a cientos de transeúntes y vecinos que recorren sus barrios.

En diversos sectores de Temuco, existen casas cuyo espíritu navideño se ha convertido en un ícono para la ciudad, prestando un verdadero servicio a la comunidad, donde los niños sueñan pensando en el Viejo Pascuero, mientras que los más grandes disfrutan recordando su infancia, o rememorando los mejores momentos de navidades pasadas.

En la capital regional, gran parte de las viviendas decoradas corresponden a casas del sector poniente, donde sus dueños poco a poco comenzaron a abultar su colección de artículos navideños, los que durante el año son guardados y embalados cuidadosamente, para seguir alegrando a sus vecinos con estos museos en honor a una de las fiestas más tradicionales de todo el mundo.

ALTAMIRA

En la esquina de calle Altamira con Ricardo Anwandter, en la villa Altamira II, la familia Cisternas Sandoval ilumina toda la cuadra, cruzada a la que este año se sumaron las familias vecinas, las que alumbraron por completo sus hogares.

El 19 de noviembre, Patricia Sandoval decidió que era momento de empezar a vestir su casa de Navidad, misión que lleva ejecutando hace siete años.

"Esto empezó como un hobby, instalando un reno de luces en el techo. Cada año, hemos ido ampliando la adquisición de adornos, los que han sido comprados con mucha precaución y detalle. Eso ha hecho que esta magia haya ido creciendo, y la comunidad lo ha disfrutado enormemente", cuenta emocionada Patricia Sandoval.

Cada noche, decenas de personas se agolpan en el antejardín de esta familia, que ha asumido un verdadero rol social con la ornamentación de su casa.

"Los más felices son los niños y la gente de la tercera edad. De hecho, hace un par de días un caballero estacionó su vehículo fuera de la casa, se acercó a mi esposo y lloraba, agradeciendo esto, que es un regalo para las familias", relata Patricia Sandoval, quien cada año junto a un electricista se preocupa de iluminar su hogar, para que éste sea seguro.

Burbujas, renos y un Viejo Pascuero inflable, faroles de colores, luces por doquier e incluso la pintura del pequeño cerco que rodea la casa de Altamira II, son parte de la decoración externa, que es sólo un botón de muestra en relación a la cantidad de objetos navideños que decoran la vivienda de los Cisternas por dentro.

Sillas forradas con motivos navideños, cojines con forma de paquetes de regalo, un cobertor ad hoc e incluso el baño de esta familia se visten para la Navidad, delicado trabajo que es comandado por Patricia, quien es ayudada por su nieto Agustín, de seis años, quien con gusto adorna una de las casas más similares a las del Viejito Pascuero en Temuco.

Lamentablemente, este año fueron víctimas de un robo, donde desaparecieron unos renos de luces y unos bastones que adornaban el antejardín del hogar. Sin embargo, diversas situaciones han hecho que el espíritu navideño de esta familia siga intacto.

"Después de toda la pena y rabia por el robo, al día siguiente nos encontramos con una carta dirigida al Viejo Pascuero. Fue una sorpresa muy agradable y emotiva. Eso nos dio la energía para seguir adelante", comenta Patricia Sandoval, quien conserva dicha carta en el árbol de Navidad.

Tal es el espectáculo de las casas iluminadas de Altamira II, que los Cisternas decidieron poner un "horario" de visitas, el que se extiende desde que prenden las luces de la casa hasta la 1 de la mañana, hora en que la luminaria se apaga y se entran los principales adornos del antejardín, para prevenir que algún "Grinch" se los lleve.

LOMAS DE MIRASUR

En las Lomas de Mirasur, varios vecinos se han empeñado en conservar la tradición y adornar sus viviendas, las que lucen entre los pequeños pasajes del sector.

Emilio Cortés tiene 12 años, y es el menor de tres hermanos. Cada año, junto a su padre ornamenta la casa, donde además de luces, tratan de darle un sello original al frontis de su hogar.

Este año, fue el turno de un Viejo Pascuero en kayak, el que sostiene unos remos rodeados de luces.

"En el barrio nunca ponían luces y se veía feo en Navidad. Arreglamos nuestra casa para que se vea linda, y que venga gente a verla, porque embellece nuestro barrio", dice Emilio.

La casa de los Cortés literalmente huele a Navidad, ya que además de los originales arreglos del antejardín, la mamá de Emilio vende galletas navideñas, impregnando el hogar con un agradable aroma a canela, jengibre y especias.

En el mismo sector, en la calle Mirasol, los Gimpel Seguel llevan más de 20 años adornando su hogar, donde guardan verdaderas piezas de museo.

"No es que de un día para otro nos volvimos locos comprando luces y adornos. Esta es una tradición que mantenemos hace años, y yo trato de ser muy cuidadosa, para que las cosas se conserven", asegura Nínide Seguel, quien junto a su marido y sus hijas -que ya son adultas- disfrutan plenamente esta fecha.

Dentro de los objetos más preciados de Nínide, se encuentra un Viejo Pascuero que adquirió hace 22 años. Además de esta adquisición, el pesebre que adorna la ventana de los Gimpel Seguel es el artículo más emotivo, puesto que fue hecho por el marido de Nínide hace más de veinte años. "Mi marido lo hizo con sus propias manos. No está hecho con clavos, sino con ensamblado, como se hacía antes", cuenta.

Desde que tenía siete años, Leoncio Cabal comenzó su hobby por los artículos de Navidad, gusto que con los años traspasó a una de sus hijas, con la que cada año ornamentan su hogar, ubicado en avenida Inés de Suárez, a pasos de calle San Martín. Una de las características de esta casa es el gran pesebre del antejardín, el cual fue traído por este coleccionista navideño desde Santiago. "Fui exclusivamente a una tienda y compré estas figuras de yeso, las que pintó una amiga de nosotros. El pesebre lo hice yo, y mi hijo me ayuda a trasladarlo porque es súper pesado", cuenta Cabal.