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Piketty: quizás América Latina pueda aprender de los errores de Europa

Análisis. En su visita por el Cono Sur, el economista francés criticó las políticas implementadas por la eurozona para hacer frente a la crisis, y dijo que el combate de la desigualdad debe ser "internacionalista".

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Celebrado por el Nobel Paul Krugman, debatido por Bill Gates y aplaudido por partidos como el español Podemos, "El capital del siglo XXI" ha hecho furor y de su autor, el francés Thomas Piketty, el economista del momento. A su paso por América Latina, Piketty arremete contra los clichés de la democracia, exorciza la globalización, habla de los errores de Europa y sueña futuros latinoamericanos.

Piketty no se siente a gusto con la situación en la eurozona. Carga contra los países centrales por no asumir su responsabilidad al haber tomado decisiones incorrectas frente a sus socios del sur europeo, y lamenta que se haya escogido el ajuste para combatir las deudas públicas.

"Es necesario refundar democráticamente la eurozona. Si no, terminarán con un golpe político a la derecha de la derecha", advierte el profesor de la Escuela Superior de Economía de París.

Sus alertas no sólo se nutren del modo en que entiende las políticas de la eurozona, sino también de su investigación, que gira en torno a cómo ha evolucionado la distribución de la riqueza desde el siglo XVIII.

CONCLUSIONES

Su primera conclusión: las persistentes desigualdades socavan valores fundamentales de las democracias. Si una enfermera se pregunta por qué nunca logrará jubilarse en las mismas condiciones que un inversor pese a esforzarse y perfeccionarse constantemente en su labor, Piketty explicará: el actual sistema "produce mecánicamente desigualdades que cuestionan de modo radical los valores meritocráticos en los que se fundamentan nuestras sociedades democráticas".

Afirma que el mérito queda desmitificado al constatarse flagrantes desigualdades que develan que los mayores beneficios no son fruto del trabajo sino del capital, muchas veces heredado y multiplicado progresivamente. La consecuencia, según Piketty, es que involucionamos peligrosamente hacia una oligarquía, hacia un capitalismo patrimonial pautado por riquezas heredadas.

Pero no todo es sombrío en su diagnóstico. "En EE.UU. la desigualdad es mucho mayor que en Japón o en Europa. Suele culparse a la globalización, a la competencia que representan China y los bajos costos en áreas de trabajo menos calificadas, pero lo cierto es que en Europa y Japón el aumento de la desigualdad no ha sido tan fuerte como en EE.UU. y eso se debe a las políticas redistributivas. Se pueden tomar muchas medidas para beneficiarse de la globalización", asegura.

Lejos de defender el proteccionismo, Piketty subraya la importancia de las políticas públicas, alzando como medida primordial la aplicación de impuestos sobre el capital.

El combate a la desigualdad debe ser "internacionalista", sostiene Piketty. "Al aplicar soluciones nacionales intentamos robarles la base impositiva a nuestros vecinos y eso no es una solución", asegura, con los nombres de Luxemburgo y Suiza flotando en el ambiente.

Pese a las dificultades que atraviesa la eurozona, Piketty no se deja apartar del curso "internacionalista". "Creo que una mayor integración latinoamericana sería necesaria para regular mejor la desigualdad", reflexiona. "Quizás América Latina tome ese camino en un momento en que haya podido aprender de las malas experiencias de Europa, y lo hace mejor".

El libro de Piketty "El capital del siglo XXI" se mantuvo seis semanas en la lista de los más vendidos de "The New York Times".

La obra ha sido celebrada por el Nobel Paul Krugman y criticada por el multimillonario Bill Gates.

La investigación gira en torno a la interrogante de cómo ha evolucionado la distribución de los ingresos y de la riqueza desde el siglo XVIII.

Su primera conclusión es que las persistentes desigualdades socavan valores fundamentales de las actuales democracias.

Según Piketty, el mérito queda desmitificado al constatarse flagrantes desigualdades.

Agencias / M. González

650

páginas tiene el libro superventas "El capital del siglo XXI", del economista francés Yhomas Piketty.

A 16

idiomas ha sido traducido el libro, que gira en torno a cómo ha evolucionado la distribución de la riqueza.

El desplome del crudo hunde a los mercados petroleros en la incertidumbre

Cotización. Para algunos analistas, el precio de US$ 100 pasó a la historia y coinciden en que "hay mucho petróleo".
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¿Cuál es o puede llegar a ser el suelo del petróleo, cuándo tocará fondo, cuándo será su recuperación y hasta dónde llegará?.

Esas son preguntas cotidianas en los mercados mundiales de crudo, sumidos en la incertidumbre ante el abrupto desplome de los "petroprecios", mientras que los diversos institutos, analistas y expertos varían en sus pronósticos a la hora de responder a ellas.

En lo que sí coinciden es en la causa principal de la precipitación: un fuerte exceso de la oferta respecto de la debilitada demanda. "Hay mucho, demasiado petróleo y la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) no reacciona", dijo Ehsan Ul-Haq, de la consultora británica KBC Energy Economics.

Respecto de los precios, Ul-Haq no descarta que continúen bajando, "hasta los US$40 o incluso US$35 por barril". Las cotizaciones del petróleo del Brent, del WTI y del barril de la OPEP se situaron en mínimos de los últimos cinco años, entre US$41 y US$45 por barril, más de un 60% más bajo que en junio pasado, aunque subieron el jueves y el viernes.

"En algún momento tocan fondo, y de ahí vuelven a subir. En la segunda mitad del año podrán superar los US$50, pero no volverán a los US$100", opinó el asesor en alusión a la media anual de más de US$100 que marcó el barril entre 2011 y 2013.

Para Ul-Haq, "el precio de US$100 pasó a la historia".

No así para David Wech, analista de la consultora JBC. El experto estimó que es "bien posible, incluso probable, un precio de US$100 a medio plazo", es decir, dentro de "tres a cinco años".

El barril del crudo Brent, de referencia en Europa, terminó la semana con una subida del 5,24% al cierre del viernes, después que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) dijera en su informe mundial que hay crecientes signos de un cambio de tendencia.

El barril WTI rebotó un 5,27% y cerró en US$ 48,69, terminando la semana con un alza de 0,68%, la primera subida en siete semanas. La AIE advirtió además de que el fuerte abaratamiento del "oro negro" ha comenzado a afectar a la producción de crudo.

Esta semana Noruega y BP se sumaron a otros, como Shell y Chevron, al anunciar medidas de ahorro a causa de la caída del precio del petróleo. Noruega anunció un recorte del 15% en sus inversiones, que se mantendrá en los próximos años pues no prevé un aumento moderado de la inversión hasta 2018.

Según la OPEP, el desplome de los precios se ha debido a un amplio suministro, demanda moderada, un dólar más fuerte e incertidumbres sobre el crecimiento de la economía mundial.