Araucanía: 14 meses de soledad
"La Presidenta no se ha hecho presente en la Araucanía". Es una frase que resuena ya no sólo entre los habitantes de la Región tras los 14 meses de ausencia simbólica de la máxima autoridad del Ejecutivo, ya que las malas noticias que día a día surgen desde la Región ya están siendo parte de la agenda pública nacional, mas no de la agenda de Gobierno.
Más allá de lo anecdótico, no sólo se resiente la ausencia de la mandataria, se resiente también el nulo pronunciamiento y, lo que es peor, la falta de medidas concretas que encaucen a una mejora de la grave situación producto de los múltiples atentados, que se han intensificado durante los últimos meses.
De acuerdo a la Multigremial de La Araucanía, en 2014 se reportaron 250 hechos adjudicados a la causa mapuche y sólo en las primeras dos semanas de enero, hubo alrededor de 17 atentados.
Pero la negligencia del Gobierno en el tratamiento de la situación no pasa sólo por la falta de sentido de urgencia frente al conflicto, sino también por el enfoque desde el cual se aborda. Los índices de pobreza, desarrollo, desempleo, infraestructura y seguridad son un tema social, que trasciende lo exclusivamente indígena, y éstos han sido desatendidos por la autoridad. Y en el plano de lo contingente, es decir, de la completa vulneración del orden público, mucho menos se puede hablar de apoyo real a las víctimas y quienes se encuentran bajo constante amenaza. Para ellos no existe Consejo o Consulta. Inclusive, muchos de ellos podrían cuestionar la propia vigencia del Estado de Derecho en la zona. Por tanto, ya no basta con proponer una batería de compensaciones post agresión, si es que éstos derechos sistemáticamente han sido vulnerados.
Desde la última vez que Bachelet visitó la zona -el 11 de noviembre 2013, con motivo del cierre de su campaña- las cosas han cambiado en La Araucanía, pero lamentablemente lo han hecho para mal. Entonces, hemos de esperar que La Araucanía no deje de ser reconocida como aquella hermosa tierra de parajes lacustres y sincretismo cultural entre lo indígena y lo "huinca", pasando simplemente a ser reconocida como la región de un conflicto incesante.
Marcela Cortés,
de Libertad y Desarrollo