A la Presidenta Bachelet…
Hace un tiempo publiqué un texto en Le Monde Diplomatique donde señalaba que el caso Penta abría una ventana desde donde se podría mirar la estrecha relación entre mundo empresarial y política. Esto, señalaba en esa oportunidad, corría para políticos de cualquier color. Nadie estaba a salvo del ojo escrutador que se abriría luego del tremendo efecto político que generaría el Pentagate. Vamos por parte, para tratar de desmadejar al menos dos temas que me parecen importantes para Chile y la Región.
Comencemos por la contingencia, que es la que siempre invita a la discusión pública. Soy de aquellos que siguen pensando que críticas más, críticas menos, los proyectos que impulsa el Gobierno son necesarios. Faltan transformaciones. Qué duda cabe. No obstante ello, la derecha en Chile, anclada -gran parte de ella- al pinochestimo y a la defensa del neoliberalismo como forma de desarrollo, no ofrecen al país más que la ilusión de que llegaremos a ser desarrollados y tendremos un ingreso per capita gigante. El problema es que cuando se descompone los números se comprueba que el 90 % de los ingresos es para el 10% (o menos) de la población. Pues bien, el caso de Sebastián Dávalos, más allá de cuestiones legales, vuelve a demostrar la tóxica relación entre poder político y empresariado.
No soy de los que rasga vestiduras por la ayuda que Bachelet da a su hijo. Hipocresía pura. ¿Cuántos lo hacen? En este país la meritocracia, en puestos de poder, es difícil de encontrar y cuando se está en presencia de ella, el chileno promedio de encarga de ningunear a esa persona. Conozco a muchos campeones mundiales de esa disciplina. Bachelet cometió un error. Hay que ser categóricos. Dávalos no podía ser parte del Gobierno. Por su parte, Dávalos se equivocó (ya verá la ley si hay delito), el negocio que hizo su esposa muestra que las redes de poder se extienden en todas las direcciones. Ahora bien, la derecha tiene la pelota en su cancha en este momento, ¿qué pasará con los involucrados en el Pentagate, renunciarán?
Lo segundo que me gustaría tratar es el tema de la carta entregada a la Presidenta en Caburgua. No tengo dudas: es legítimo que un grupo le entregue una carta a la Presidenta. ¿Tiene finalidad política? Por supuesto. ¿Está mal esto? No. Seguramente por eso los asesores de La Moneda no la quieren exponer. No obstante ello, soy de los que piensa que debe venir igual. La valentía es un rasgo que una mujer tiene de sobra. Pifias más, pifias menos. No creo que pasé más allá de unas pancartas.
Dr. Luis Nitrihual Valdebenito,