Temuco de espaldas al Ñielol
Alo largo de Chile suele decirse que, salvo contadas excepciones, las ciudades han crecido dándole la espalda al río que las rodea. Ha pasado en Santiago con el Mapocho o en Talca con el Claro. En el caso de Temuco, además del inexplicable desprecio que se le ha dado al cauce del Cautín, se le agrega también un cerro, el Ñielol, que si bien goza del especial estatus de monumento natural desde 1939, ha permanecido prácticamente olvidado por la ciudadanía y también por la gestión pública, que no ha tenido la visión de explotar el enorme potencial turístico, histórico, urbanístico y científico que tienen las 89 hectáreas emplazadas en la capital regional.
El cerro, con una majestuosidad que impacta a quienes visitan Temuco por primera vez, ya sea por su intenso verdor o por la cercanía de metros con el mismísimo corazón cívico de la ciudad, ha tenido un devenir separado del explosivo crecimiento urbano de su entorno, permaneciendo como un testigo privilegiado, y abandonado, de los edificios que se levantan, de las poblaciones que se extienden y de las calles y avenidas que se remodelan. Si se mirara el mapa de las ciudades de Chile, Temuco tiene en el Ñielol a un factor diferenciador que debiese ameritar una mirada integral de parte de los distintos organismos del Estado, para que más que un testigo, se convierta en activo protagonista del crecimiento de una ciudad que hace suyo el cerro para gozo de sus habitantes.
En rigor, son pocos los temuquenses que disfrutan del Ñielol, a pesar de estar a pocas cuadras de cualquiera de las villas y poblaciones. El costo para ingresar al monumento natural, la falta de difusión de sus bondades -expresada en una rica biodiversidad- o la carencia de mayores servicios han derivado en un escaso flujo de visitas que llegan a pie o en automóvil hasta la cima para desde ahí internarse en los distintos senderos que atraviesan el principal hito geográfico de Temuco.
En el último tiempo han surgido algunas iniciativas para aumentar los atractivos del Ñielol. Éstas, como otras que pueden surgir, deberían estar en la carta de navegación del Gobierno y de los municipios, a fin de comenzar a saldar las deudas de Temuco con su cerro.