Los que anuncian con tremendismo televisivo tanto el caso Caval como el caso Penta, debo decirlo, me parecen de un cinismo cardinal impresionante. Me preguntaré algunas cuestiones que pueden revelar la estructura de formación de la mentalidad chilena. El lector, como siempre, tiene sus propias respuestas.
La primera pregunta que podemos hacernos es si ¿nos parece algo nuevo el descubrimiento de que los políticos reciben aportes de empresas privadas? A mí, al menos, siempre me ha parecido algo obvio. Piense el lector en aquellas campañas electorales que llenan las calles de propaganda, gastan cientos de millones de pesos para lograr un escaño. Muchos de ellos ni siquiera son de las regiones donde postulan y el esfuerzo es mayúsculo. ¿Ese esfuerzo económico lo realizan ellos?
Por otro lado, ¿alguien puede creer que los empresarios que entregan dinero a las campañas políticas lo hacen para fortalecer la democracia en Chile? Está claro que no. Esta es una estrategia tan vieja como la política. Lo que quiero decir con esto es que debemos asumir de una buena vez la estrecha relación que existe entre grupos económicos y poder político. Hay veces, incluso, en donde esto se funde. El caso de Sebastián Piñera en Chile y Silvio Berlusconi en Italia, aunque con muchas diferencias, habla de la posibilidad de tener tanto el poder económico como el político. ¿Es posible separar estos dos mundos? Yo lo dudo profundamente.
Ahora que todos se suman a la idea del descubrimiento, es necesario resaltar que esta crítica a la relación poder político / poder económico es algo ampliamente estudiado y señalado por la crítica de la economía política. Es necesario, en este marco, señalar que este es un problema estructural y estructurante de una sociedad chilena profundamente fragmentada y clasista. No se ha descubierto nada tan nuevo en estos casos, sólo se ha mostrado la maraña de relaciones tejidas entre familias que se reparten el poder en Chile.
En el caso Caval, ¿puede alguien creer que los acusados no tenían información sobre el cambio en el valor de los terrenos en cuestión? Los estudios sociales nos mostraron hace mucho tiempo que la reproducción de clase implica justamente esas posibilidades que tienen algunos y que otros nunca tendrán. A veces es información.
Debo agregar, por último, que el gesto de asumir responsabilidades políticas es profundamente vacío y cargado de cinismo. Ahora que me pillaron pido disculpas y santo remedio. En suma, dos casos, dentro de los que iremos conociendo en el futuro, que si bien no descubren la pólvora, pueden encender la mecha de una ciudadanía cansada.
Dr. Luis Nitrihual Valdebenito,