En el último día de campaña de cara a las elecciones legislativas de hoy, y con el objetivo de conseguir el voto de los partidarios de una línea dura contra los palestinos, el agobiado primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, prometió que si es reelegido no permitirá la creación de un Estado palestino.
Las encuestas más recientes muestran que Netanyahu, candidato del partido Likud, está en desventaja en intención de voto respecto del centrista Isaac Herzog, de la Unión Sionista, aunque el primer ministro parece tomar impulso. Herzog se muestra optimista y asegura que habrá una "revuelta".
Netanyahu dijo ayer al periódico Maariv que el retiro de su país de los territorios ocupados para crear espacio al Estado palestino permitiría que extremistas islámicos se apoderaran de éstos para atacar a Israel. Cuando se le preguntó si eso significaba que en caso de reelegirlo no se crearía un Estado palestino, respondió: "así es".
Israel se retiró de los territorios ocupados en la Franja de Gaza en 2005. El grupo miliciano Hamás tomó el poder dos años más tarde y aumentó sus ataques contra Israel.
La elección convocada por Netanyahu dos años antes de lo programado es vista como un referendo en torno a su desempeño como gobernante. Aunque puede quedar en primer lugar y llamar a un Gobierno de coalición, el menguante apoyo hacia él ha sacudido al Likud, que empezó la campaña con pronósticos pesimistas en torno a su permanencia en el Gobierno.
En los últimos días la formación ha llevado a cabo una intensa campaña para movilizar a los votantes, con Netanyahu lanzando advertencias contra un gobierno de izquierda en entrevistas en los medios y ante decenas de miles de partidarios de línea dura en un mitin en Tel Aviv el domingo por la noche.
En su último día de campaña, el primer ministro visitó Har Homa, un desarrollo judío en el este de Jerusalén que los palestinos y la comunidad internacional consideran un asentamiento ilegal. Los palestinos sostienen que Jerusalén, conquistada por Israel en 1967 durante la Guerra de los Seis Días, es su capital.
"Preservaremos la unidad de Jerusalén en todas sus partes. Seguiremos construyendo y fortificando Jerusalén para que su división no sea posible y se mantenga unida para siempre", dijo. "El triunfo del Likud es lo único que puede asegurar la preservación de un liderazgo nacional y evitará la llegada de un Gobierno de izquierda", agregó.
Su rival centrista, Isaac Herzog, buscar reparar lazos con los palestinos y la comunidad internacional, y promete aliviar la situación de la tambaleante clase media del país.
No se espera que ninguna de las partes alcance más de un cuarto de los votos, por lo que después de los comicios se abriría un largo proceso de negociaciones para formar el próximo Gobierno de coalición.
La llave de gobierno podría tenerla el nuevo partido de centro de Moshe Kahlon, que se presenta con un programa fundamentalmente económico y que deja de lado los retos diplomáticos de Israel. Kahlon exigiría convertirse en ministro de Finanzas en el próximo Gobierno y podría inclinar la balanza tanto en favor de Netanyahu como de Herzog. Kahlon es popular entre la clase obrera gracias a su conocimiento de Medio Oriente, su educación modesta y su reforma del mercado local de telefonía celular.
En un encuentro con simpatizantes de su coalición, Isaac Herzog hizo un llamado a los votantes de centro para que apoyen a la Unión Sionista a fin de que no se disperse el voto de esa tendencia. Herzog se dirigió en concreto a los seguidores del partido centrista Yesh Atid (Hay Futuro), que lidera Yair Lapid, para que cedan sus votos a su coalición, pues de lo contrario, dijo, "sólo servirán para terminar apoyando" a Netanyahu en el juego de la aritmética parlamentaria.