Honestidad de las instituciones
No resulta extraño que en el estado de la actualidad nacional, con una serie de escándalos que han desvelado una impropia relación entre la política y los negocios, los parlamentarios hayan sido quienes obtuvieron la más baja calificación de parte de la ciudadanía regional en un estudio que midió la percepción de honestidad hacia las instituciones y autoridades relevantes. El informe, elaborado por el Centro de Estudios de la Universidad Mayor, indagó en una serie de ítems en los que de una u otra forma se ejerce el poder hacia la sociedad, abarcando el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, municipios, las instituciones policiales, universidades, ONGs, iglesias, empresas y medios de comunicación.
El resultado fue lapidario para los senadores y diputados, puntuando apenas un 2,51 de una escala que iba de 1 a 5, seguidos luego por el Gobierno Regional, que alcanzó un 3,03. En el otro extremo, el de los mejor evaluados, figuraron Carabineros y las ONGs, con 3,7 y 3,68 puntos, respectivamente. Y en el apartado de la percepción de gravedad de situaciones que atentan contra la honestidad, el "utilizar fondos públicos para beneficio personal" se erigió como la conducta más rechazada, en línea con la indignación que suele atravesar a la opinión pública cuando se conocen casos de corrupción.
Los parlamentarios de La Araucanía tienen, frente a este escenario, una imperiosa labor para que mejore la percepción que tiene la ciudadanía hacia ellos. Por cierto que están pagando las culpas de la conmoción generalizada por los casos Penta y SQM, pero a nivel local también ha habido situaciones que han contribuido al notorio descrédito hacia la función legislativa, algunas de las cuales, incluso, todavía son materia de investigación por parte del Ministerio Público.
Los senadores y diputados de La Araucanía tienen tarea por delante en aras del fortalecimiento de la democracia. Habrán de tener conciencia acerca del cargo representativo que ostentan, que es más relevante que su filiación política, y de la necesidad de rendir cuentas de forma periódica ante sus electores y no sólo en la época previa a su reelección, que es cuando más visibles se hacen.