Crónica de una opinión anunciada
¿Me creería si le digo que, sin ser vidente, mucho antes del mensaje presidencial de este 21 de mayo, yo ya sabía cuáles serían las reacciones, comentarios y opiniones de los políticos? Bueno, para ser honestos, usted también lo sabía.
"Soberbio", "contundente", "macizo" o "pobre", "flojo", "débil" serían las opiniones evidentes que, dependiendo del lado del que vendrían, se emitirían. No había que ser adivino para calcular el tenor de los comentarios. Esto ha sido igual durante las últimas décadas.
Hasta hace una semana atrás todos los sectores políticos coincidían en la real crisis de credibilidad, de honestidad, de generosidad de la política en Chile. Esto no estuvo presente de manera creíble y honesta en la cuenta a la nación. Salvo pequeños deslices de autocríticas por uno que otro errorcito involuntario en el camino, que se tratará de enmendar, parecía estar oyéndose la cuenta pública del mundo de Bilz y Pap.
Y luego del discurso, cuando a quienes se les ha criticado por imponer sus propios intereses partidarios, tenían la oportunidad de hacer análisis honesto y actuar como estadistas, optaron simplemente por aplaudir o chiflar dependiendo de si eran de la Alianza o la Nueva Mayoría. Lo anterior sigue siendo una muestra de la falta de seriedad, objetividad (hasta donde se puede tener), madurez y hasta respeto de la cual carecen muchos parlamentarios. Pero ello no es privativo sólo de los parlamentarios, sino de muchos conciudadanos.
Y dado que la cuenta pública no es una rendición hacia los parlamentarios, sino hacia la ciudadanía, me parece grave que no se haya dicho a los ciudadanos cómo se llevarán a cabo muchas medidas que tendremos que sufrir en el futuro.
Por ejemplo, la situación de la violencia en La Araucanía (tanto la ligada a la delincuencia como la que se plantea como reivindicatoria, aunque ocasionalmente se cruzan) no se planteó. Si la respuesta que surge del mensaje es más plata para más tierras, se va por mal camino. A menos que éste sea un Estado de izquierda que renegando de la derecha, resuelve las cosas de la misma manera. Aquí hay mucho más en juego que tierras: representación parlamentaria, dignidad histórica, lengua, etc. Y no sólo algunas magnánimas concesiones.
Y como cristiano también veo contradicciones. Por ejemplo, con la criminal campaña pro aborto, se borra el que Chile lo hacemos todos, pues para la Presidenta, algunos antes de nacer ya sobran, y se elimina la posibilidad de que unos puedan ser parte de "este país de todos".
Andrés Casanueva,