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Cuando la elaboración de artesanía va respaldada por un trabajo serio, responsable y entusiasta, están sentadas las bases para subir el escalón que separa a un pasatiempo de un emprendimiento formal.
Es el caso de dos mujeres de La Araucanía, una de la zona lacustre de Cautín y otra de la zona precordillerana de Malleco, que con historias distintas y separadas por kilómetros de distancia, terminaron compartiendo similar creación: la muñeca mapuche.
Fue hace 8 años que nació la primera muñeca mapuche de manos de la puconina Ana María Quiñenao Colimán. Se hallaba iniciando el embarazo de su hija, cuando surgió la idea que le marcaría un nuevo rumbo en su vida.
"Estaba iniciando mi embarazo y cuando supe que iba a ser niña, quise rebelarme contra el consumismo de las muñecas Barbie. Yo no quería que mi hija -siendo nuestra familia mapuche- jugara con una muñeca rubia, delgadísima y con rasgos ajenos a nuestra cultura", señala Ana María Quiñenao.
Así las cosas y dada su natural facilidad para el tejido y la artesanía, decidió que si alguien iba a hacer una muñeca opuesta a la Barbie, sólo podía ser ella.
"Es que la Barbie no es el prototipo de la niñita mapuche, porque muchas son rellenitas y esa muñeca tan finita hace que se sientan mal, así es que me inspiré en la mujer mapuche y saqué mi primera muñeca", rememora la artesana puconina, quien agrega que "yo por esas fechas trabajaba con géneros, con tapices, pero quedó tan bonita esa primera muñeca que le regalé a mi hija y me pregunté: ¿Y si hago otras?".
De esta forma, al poco tiempo, ya las muñecas mapuches formaban parte del taller, y la aceptación fue tan buena que poco a poco comenzaron a desplazar las otras artesanías y textiles.
"Así comencé a tomar parte en ferias y en muchas actividades, y ahora me resulta imposible cuantificarlas", señala Ana María Quiñenao, quien agrega que "finalmente decidí instalarme con un taller en el camino internacional de Pucón, donde trabajo con otras dos amigas. Una se dedica al telar, otra al palillo y crochet y yo al fieltro y las muñecas".
Su emprendimiento se llama "Lemun Antú" ("Luz del Bosque"). Sus muñecas son solicitadas por chilenos y extranjeros, y especialmente por los mapuche de más edad que viven en el campo.
"El año pasado representé a La Araucanía en Neuquén, en la Feria de las Colectividades", señala con orgullo la artesana puconina, quien agrega que "estoy postulando con mis muñecas al Sello de Excelencia de la Universidad Católica en Santiago, de lograrlo será un tremendo avance".
Las muñecas puconinas tienen los centímetros en equivalencia con el costo. Es decir, la muñeca más pequeña, de 5 centímetros, cuesta 5 mil pesos. Y así, la de 8 centímetros, 8 mil pesos, y sigue con las de 10 y 12, hasta llegar a los 50 mil pesos una muñeca de medio metro.
Las muñecas de la artesana victoriense Rosa Cáceres muestran la vida diaria de las mujeres de los campos de su comuna. En una creación de 20 centímetros de alto hecha en base a la técnica del soft y del algodón sintético, la artesana retrata a la mujer mapuche. A sus prototipos de muñecas que trabajan con telares, con lana, que venden huevitos azules de gallina araucana o que tocan el cultrún, agregó otras dos muñecas: una con el bebé a la espalda, la otra lleva un corderito abrazado".
La génesis de esta artesanía surge de ver una mujer mapuche muy hermosa en el centro de Temuco. "Era una machi joven, me fascinó su vestimenta y me propuse hacer una muñeca mapuche. Hice tres primero y me quedaron feas, pero igual me resultaron, y como vi que a la gente les gustaba, me decidí y me dediqué exclusivamente a esto y fui mejorando la técnica".
Cada muñeca mide 20 centímetros de altura y está perfectamente embalada en su caja. ¿El valor? 15 mil pesos.
Rosa Cáceres asegura que "hay una señora de Santiago que me compra muñecas, otra de Traiguén que está terminando un local y que le gustan mucho".
Mayor información al fono 68227084.