Hace poco se estrenó la película "Los 33" con gran éxito. Tal como el 2010, cuando tantos chilenos vivimos el desarrollo de la noticia pegados al televisor, y como el 2012 cuando leí el libro homónimo, el ver la versión cinematográfica de la historia de los mineros nuevamente me conmovió "hasta la pepa del alma". Se trata de una historia típicamente chilena, profundamente humana y por eso mismo, también cristiana. Trataré de explicar por qué.
"Los 33" es una película muy propia de nuestro país porque es una historia de mineros, una actualización de Subterra, en que la situación de injusticia estructural es un elemento dado, de contexto, que tiende a naturalizarse. Usa símbolos y lenguajes típicos nuestros como la bandera, la empanada, el huevón; el paisaje recorre de cordillera a mar. Aparece nuestro complejo de superioridad frente a los bolivianos, y la alabada 'chispeza' del Yoni y sus dos mujeres.
Es también una película que describe la vida humana con intensidad. Ahí está la fuerza del vínculo de familia ("al final es lo único que te queda"), los abandonos que marcan la vida entera, el sentido del humor que trastoca la desesperación en esperanza, el abuso de poder y las luchas sociales que conquistan cada derecho con terquedad y sacrificios. De las clases dirigenciales se insinúan tanto el sentimiento de culpa como el aprovechamiento ("de esto depende el futuro de esta administración", se pone en boca del Presidente). La cinta trasunta solidaridad. No de esa que solemos predicar desde el púlpito o la cátedra, sino de un vínculo más básico, ancestral, porfiado, inextinguible: la relación con el otro en el sufrimiento, que nos iguala y ata en comunión.
Finalmente, es una historia muy cristiana porque Jesucristo es Dios y Hombre/Mujer en plenitud. Todo lo que nos habla de la realidad radical del ser humano también nos habla del "Dios con nosotros". Los mineros, como los campesinos, los pescadores y los mapuches -en su propia versión- tienen un profundo sentido de Dios, que queda genialmente expresado en dos imágenes finales: el rayado "Aquí vivieron los 33. Y Dios estuvo con nosotros", y la ronda final en la playa acompañada del "siguen siendo hermanos".
Pablo Palet, Cátedra Fray Bartolomé
de Las Casas, UC Temuco