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Escuela de Galvarino realizó su primera "cosecha de lluvia"

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Muy cerca del límite entre Galvarino, Lautaro y Perquenco, en medio de cerros deforestados, se encuentra un oasis verde donde crecen plantas medicinales, el humus trabajado por la lombriz roja californiana alimenta un invernadero revestido con botellas plásticas, y el agua de la lluvia será recogida periódicamente desde los techos para dar vida a este pequeño ecosistema. Es la escuela municipal Santa Margarita, donde el éxito de una serie de proyectos insertos en su programa de interculturalidad, tuvo ayer su más clara manifestación al realizar su primera "cosecha de lluvia".

Detrás de esta última acción -capaz de entregar un solución a la creciente sequía de La Araucanía- hay esfuerzos compartidos entre la población mapuche y no mapuche de la zona, junto con apoyo estadounidense. "Es un ejemplo para que vean que en La Araucanía el mapuche y el no mapuche pueden trabajar unidos por un proyecto común, por eso queremos ser pioneros en la interculturalidad para lograr nuestras metas", señala el directo del establecimiento rural, Héctor Sepúlveda.

Proyectos

Una serie de ideas fueron surgiendo y enlazándose hasta llegar a la "cosecha de lluvia", según relata el director de la escuela municipal Santa Margarita, Héctor Sepúlveda.

"Galvarino es una comuna netamente mapuche, y que se refleja en nuestra matrícula, donde el 70% es de este origen", señala el director del establecimiento, quien agrega que "por ello, junto a los profesores, queríamos hacer un aporte como escuela a la interculturalidad, y la primera idea fue limpiar nuestro entorno, por el respeto que el pueblo mapuche siente por la naturaleza. Así es que recogimos cuanta botella plástica había en las casas, los patios y en las calles, y le dimos diversos usos, desde construir animales en tamaño real hasta recubrir nuestro invernadero".

El éxito de la iniciativa y la necesidad de que los estudiantes conocieran las plantas, árboles y hierbas medicinales, dio pie al segundo proyecto.

"Todo nació de una anécdota", señala Juan Curicheo, profesor de educación básica intercultural en contexto mapuche. "En una clase de mapudungun, le pregunté a una estudiante "¿de dónde sale el digüeñe?" y me respondió "del eucalipto". El hecho que un niño mapuche respondiera eso demuestra que han crecido dentro de un entorno rodeado de forestales. Tan doloroso fue escuchar eso que decidimos crear un huerto medicinal".

Con entusiasmo, se hizo un diseño en el terreno de la escuela, se consiguieron plantas, se hizo una clasificación, y así los estudiantes tuvieron la oportunidad de trabajar al aire libre, aprender de botánica, avanzar en el mapudungun, recibir las primera pinceladas de medicina mapuche, sumando posteriormente aspectos de la cultura tradicional, con el diseño de un gran cultrún en medio del sembrado, que permitió a los profesores la posibilidad de enseñar geometría, geografía y alimentar el rescate de las tradiciones.

A continuación se trabajó en huertos escolares, sumando un invernadero y la elaboración de humus a través de un proyecto con lombriz roja californiana.

"Conaf nos aportó 500 árboles, de un total de más de mil que tenemos hoy", señala el director Héctor Sepúlveda, quien agrega que "sin embargo, las buenas intenciones comenzaron a chocar con la falta de agua. Fue entonces que apareció el Ministerio Iberoamericano, que tenía personas en la comuna vecina de Lautaro trabajando con la Cooperativa Agroecológica y Silvopecuaria Amuley Leftraru, quienes nos sugirieron que cosecháramos la lluvia".

Desde el techo

¿En qué consiste una cosecha de lluvia? El sistema se basa en los techos y las canaletas. La instalación no tiene mayores complicaciones, ya que se colocan tubos plásticos que captan el agua y la trasladan hasta el punto de "recogida", consistente en grandes contenedores. Previo al paso a los estanques, un proceso técnico denominado de "primer enjuague" permite limpiar las impurezas del agua que pudieran haber estado en los tejados. Desde los estanques, el agua de lluvia se distribuye hasta sus destinos, en el caso de la escuela Santa Margarita hasta las huertas.

Daniel Hentschel, representante del Ministerio Iberoamericano, señaló que "hemos trabajado con la cooperativa Amuley de Lautaro por un par de años, y junto al presidente de esa cooperativa -Francisco Cheuque- realizamos dos sistemas residenciales de cosecha de lluvias, y luego me planteó la idea de venir a esta escuela, pues los profesores habían realizado un tremendo trabajo para instalar sus huertos, pero les estaba faltando el agua".

Así las cosas, los estadounidenses del Ministerio Iberoamericano instalaron -gratuitamente- el sistema captador de lluvias, mientras la comunidad educativa de la escuela de Galvarino continuaba con su proceso educativo.

Hace 5 días se concluyó con la instalación del sistema captador de lluvias, y la débil llovizna del pasado miércoles fue la materia prima. Pese a que no fue una precipitación abundante, todo funcionó a la perfección, el agua escurrió desde el techo (180 metros cuadrados) hasta las tuberías, desde allí hasta los estanques (seis de 3.400 litros cada uno), y se logró reunir aproximadamente unos 4 mil litros. Ello demuestra que una buena lluvia de mediados de invierno fácilmente repletaría los estanques.

"La experiencia para nosotros ha sido increíble", asegura Daniel Hentschel, quien agrega que "aquí estamos frente a un hermoso esfuerzo, una inversión que han realizado en esta escuela por la vida de los niños y por su cultura".

APRENDIZAJE

Pero los proyectos suman y siguen. La próxima inauguración del Hospital Intercultural de Galvarino tiene entusiasmada a la comunidad escolar de Santa Margarita ante la posibilidad de crear la primera farmacia natural gracias a sus plantas medicinales.

Vanesa Vargas Hueiquipán, estudiante de tercer año básico, a sus 9 años, tiene absolutamente claro cuánto se puede avanzar con este sistema de huertos y cosechas de lluvia.

"Hoy aprendí acerca del culle, una planta medicinal que sirve para bajar la fiebre y que además para hacer tortillas", asegura la pequeña estudiante mapuche, al tiempo que -en medio de los aplausos- los encargados del proyecto abren la llave que riega los huertos de la escuela con los primeros litros de agua cosechados de la lluvia.