Profesionales con clase
Temuco se valida como una de las mejores plazas del país para el espectáculo que representa el fútbol profesional. Quienes detentan poder social, están obligados a usarlo al servicio de la justicia y el bien común.
Cuando en una de mis clases de ética profesional comenté las afirmaciones del capellán de cárceles, el jesuita Luis Roblero, en un medio nacional, acerca de que la educación de la "clase alta " (sic) era un fracaso.- y esto ante el hecho de los delitos económicos que se están revelando, los cuales serían un indicio de prácticas similares por parte de otros integrantes de clase- todos estaban totalmente de acuerdo con ello. Mis alumnos también estuvieron de acuerdo con otras afirmaciones del capellán, tales como que había ciudadanos de segunda y de primera, así como que hasta la justicia estaba cooptada por el grupo de los privilegiados, es decir, por los mismos "fracasados" educacionales del inicio de esta columna. Hay muchos indicios o evidencias para estar de acuerdo con dichas afirmaciones, tanto por lo transmitido por los medios como por investigaciones que se han llevado a cabo en los últimos quince años por diferentes universidades chilenas. Eso me sirvió para preguntar a mis alumnos qué es lo que falló en dicha educación. Respuesta colectiva: la ética que declaran. Más si cabe siendo de carácter religiosa, lo cual pareciera que le daría un plus más de exigencia en cuanto a coherencia y autenticidad. Bastante razón tienen, diríamos, desde el sentir ciudadano común. Sin embargo, yo considero que el plus es más por el hecho del mismo poder social que tienen. Como ya lo dijo el tío de Spiderman y el presidente Obama, aunque ya la Iglesia y los filósofos lo habían afirmado antes, un gran poder supone una gran responsabilidad. No cabe duda que quienes detentan poder social, están obligados a usarlo al servicio de la justicia y el bien común. Más incluso, si se puede decir así, que el resto de los ciudadanos de a pie.
Por cierto, espero que mis alumnos y alumnas se queden en La Araucanía. Necesitamos profesionales que valoren la vida y las personas auténticas, la justicia y el bien común como base del ejercicio profesional de sus convicciones morales. Teniendo en cuenta el poder social que tendrán al servicio de un desarrollo integral e intercultural de nuestra Región. Creo que otra Región sería posible.
Javier Villar, UCTemuco