La agricultura es definida, en términos simples, como el cultivo de la tierra, sin embargo, es una actividad mucho más compleja porque está sujeta a numerosos factores como las condiciones climáticas, el comportamiento de los mercados y los tratados internacionales, o las políticas de los gobiernos de turno.
Ser agricultor en La Araucanía no sólo implica enfrentar esos obstáculos sino que además debemos convivir con la violencia, inseguridad y hostigamientos de grupos violentos organizados. Pero más allá de los impedimentos o sinsabores, sentimos esta actividad como una forma de vida porque nacimos con esta vocación: el amor a la tierra.
Hace unas semanas la familia Luchsinger Pauly fue víctima de un nuevo ataque incendiario que destruyó una lechería y una bodega en su predio ubicado en General López. Este acto violentista no sólo fue un golpe a la productividad sino que también provocó la desazón y la impotencia de ver como 185 vacas estaban sufriendo por la imposibilidad de ser ordeñadas, quedando expuestas a posibles enfermedades.
Ante ese difícil escenario, cargado de impotencia y desesperanza, surgió de inmediato la solidaridad y el apoyo de los agricultores, ya que fuimos varios los que llegamos a brindar una señal de aliento y esperanza a los afectados, pero también a entregar ayuda efectiva, la cual se materializó con la instalación de una lechería portátil el mismo día en que ocurrió el atentado.
Fue el cariño por el campo, por los animales y la pasión por esta actividad que generó la unión entre los agricultores, la que muchas veces pareciera ser difícil de lograr. No obstante, nuestro compromiso no es solamente hacer producir la tierra sino que además cultivamos valores que están muy arraigados en el campo chileno como es la amistad, la fraternidad y el apoyo en los momentos difíciles.
Esos valores son los que también reflejamos en el masivo Encuentro por las Paz que se realizó en el predio afectado. Los agricultores que estuvimos allí no sólo solidarizamos con las víctimas, también demostramos que somos capaces de levantarnos una y otra vez, a pesar de las adversidades.
Nacimos agricultores para alimentar al mundo, porque el amor a la tierra es nuestra razón de ser. Trabajamos y vivimos de ella, pero además nos hace desarrollar el respeto, el sacrificio y lo sueños que nos alientan cada mañana cuando salimos a producir.
Marcelo Zirotti presidente Sofo