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Emprendedor del biodiésel es uno de los cien líderes jóvenes del país

DESTACADO. Víctor Albornoz, ejecutivo de proyectos en la Ufro y creador de la empresa Bioinnova, fue reconocido por su labor para unir empresa e investigación. Actualmente inyecta al transporte público de Temuco 6 mil litros de biodiésel, nacido del aceite de frituras.
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De la freidora de papas fritas al motor del automóvil. Este concepto, que a primera vista parece imposible, es el mejor resumen del trabajo que realiza la empresa temuquense Bioinnova, donde la compleja alquimia que desarrolla su creador, Víctor Albornoz Rubilar, para transformar en combustible el aceite quemado, le ha permitido concretar algunos negocios, entre ellos proporcionar biodiésel a la línea 9 de microbuses.

Esta mezcla de innovación y ciencia, le valió a este ingeniero civil químico ser elegido por la revista del Sábado de El Mercurio como uno de los 100 líderes jóvenes del país, una nominación que le sorprendió y -de paso- le permitió establecer una red de apoyo encabezada por el propio ministro de Energía.

"El jueves pasado me hicieron entrega del premio, entiendo que fui el único representante de Temuco", señaló Víctor Albornoz, quien agregó que "fue una noticia muy grata, y me ha ayudado mucho a formar redes con los otros emprendedores".

LA IDEA

El temuquense Víctor Albornoz (32) divide su tiempo entre su empresa Bioinnova y la dirección de Innovación y Transferencia Tecnológica de la Universidad de La Frontera, donde formula, evalúa y realiza seguimiento técnico a diversos proyectos de Investigación Desarrollo e innovación.

La empresa Bioinnova, con 4 años de funcionamiento, tiene su planta en las cercanías de la localidad de Cajón, donde la función principal es la producción de biodiésel a partir de residuos.

"Esto nació en 2010, una tarde de domingo, recién titulado de Ingeniería Civil Química (en la Universidad de Concepción)", rememora Albornoz, quien agrega que "mi papá me contó que en televisión había visto un reportaje de un viejito de la zona central que había hecho andar un tractor con biodiésel a partir de los mismos aceites que ocupaba. Me preguntó: ¿Tú, por qué no lo intentas? y a partir de allí di inicio a este camino".

En esta búsqueda de un combustible renovable económico, con un precio estable en el tiempo, sus primeros intentos fueron sumamente caseros, con botellitas de litro y medio desechables sometidas a experimentación en la cocina de su casa. Mitad experimentando, mitad adaptando la información que existía sobre el tema, hasta que comenzaron a darse los resultados.

Un año después -2011- ya el proyecto estaba a escala de laboratorio.

"Ese mismo año, gracias a algunos proyectos adjudicados vía Sercotec, fui dando forma a la planta de Bioinnova, y mi mercado se ubicó dentro de los límites del transporte público", asegura Víctor Albornoz.

De esta manera, la idea de transformar residuos -aceite quemado- en combustible, fue ocupando un nicho poco explotado en el sur del país, especialmente a nivel industrial.

EL PROCESO

¿Cómo el aceite que sirvió para freír puede terminar impulsando un vehículo? Albornoz cuenta que "el proceso comienza por la adquisición de la materia prima, el aceite. Uno va al local, conversa con el dueño, le explica que el envasado y el traslado de los desechos corre de nuestra cuenta. De acceder, se le entrega un certificado que señala que sus residuos se están tratando de forma correcta, que no están vertiéndose en el alcantarillado ni en un vertedero".

Ya con el aceite en la planta, se realiza un pretratamiento donde se filtra, se elimina la humedad, para luego dar paso a una reacción de transesterificación, que es la más común para transformar el aceite en biodiésel.

"Después de la reacción hay dos procesos de separación, primero de gliserol y luego de otras impurezas y por último se seca este biodiésel y está listo para la venta", afirma Albornoz.

Este proceso de transformación de aceites residuales en biocombustibles tarda cerca de 3 días, ya que el aceite y grasa residual se debe adecuar luego reaccionar, separar, purificar y secar.

Actualmente la línea 9 de microbuses urbanos está ocupando el biodiésel de Bioinnova.

"La idea es seguir creciendo, podemos llegar a una producción de 4.500 litros de aceite diarios". Actualmente producimos 6 mil litros de aceite al mes.

INICIOS

Los inicios fueron complejos, básicamente por que éste era un proyecto inédito. Se hicieron los contactos con la Seremi de Salud, ya que los desechos de este tipo entran en la categoría de productos peligrosos. Ya con los permisos y con la planta acondicionada, se hicieron los primeros contactos directos con los dueños de locales de papas fritas, restaurantes, supermercados.

"Pasamos a retirar cada semana o cada dos semanas la materia prima", apunta Víctor Albornoz, quien agrega que "son cerca de 100 locales, repartidos entre Temuco y Labranza. Ello va desde los pubs de Avenida Alemania hasta los supermercados de la Cadenas El Trébol".

Luego, el nexo familiar de este joven innovador con el sector del transporte público, lo motivó a cerrar su primer trato con una línea de microbuses.

"Obviamente, la primera vez que los empresarios micreros escucharon de este combustible derivado del aceite quemado, todo les sonó rarísimo, al punto que partimos regalando para que lo usaran y vieran en la práctica sus cualidades", dice Albornoz.

A poco andar, los buenos resultados de este innovador combustible terminaron por convencer hasta al micrero más conservador. A ello se suma que el costo del litro de biodiésel es entre 50 a 80 pesos menor al del diésel normal.

Respecto del rendimiento, el biodiésel no presenta mayores diferencias con la del combustible "normal", permitiendo en cambio una menor emisión de contaminantes y por su ausencia de minerales mantiene en mejores condiciones el motor y el "hardware" interior del vehículo. En otras palabras, con biodiésel se mantiene un rendimiento similar en consumo de combustible/kilometraje, pero con mejores condiciones ecológicas.

"Actualmente le vendo a la bomba que hay en la Línea 9, coloco mil litros a la semana", asegura Albornoz, quien señala que está retirando unos 6 mil a 7 mil litros de aceite, y entregando a cambio entre 5 mil y 6 mil litros de biodiésel al transporte público de Temuco.

LÍDER

El sello del proyecto Bioinnova es buscar soluciones tecnológicas para hacer del reciclaje una alternativa sustentable. Precisamente fue esta característica la que motivó al comité editorial de Revista del Sábado de El Mercurio a considerarlo entre los 100 líderes jóvenes del país.

"Trabajar con ciencia y tecnología, y vincular ambas con la empresa, creo que es el motivo por el cual fui elegido. Mi objetivo es buscar falencias o carencias que puedan tener algunas empresas y ayudarlas a mejorar sus procesos productivos", comenta Víctor Albornoz, quien agrega que "este reconocimiento es un orgullo para el trabajo que realizo. Me motiva mucho trabajar en La Araucanía y contribuir al desarrollo de la I+D+i (Investigación, desarrollo e innovación) en la Universidad de La Frontera" .

El joven empresario temuquense agradeció a todos quienes le han acompañado en esta exitosa aventura.

"Agradezco a mi señora, a mis papás y hermano que me han apoyado desde los inicios. A mi profesor de la Universidad de Concepción, Claudio Zaror, que me enseñó el tema de la sustentabilidad, y aquí en la Universidad de La Frontera, a Robinson Betacourt y Rodrigo Navia, quienes me han entregado sus laboratorios y compartido su conocimiento, lo que ha sido clave para el desarrollo de mi empresa", acotó Víctor Albornoz.

"Este reconocimiento es un orgullo para el trabajo que realizo. Me motiva trabajar en la Región y contribuir al desarrollo de la I+D+i en la Ufro".

Víctor Albornoz,, creador de Bioinnova