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Vendedoras de humitas: Una veraniega y deleitable tradición el cuerpo y mejora el metabolismo

CULTURA GASTRONÓMICA. Recorrimos el centro de Temuco para conversar con estas entrañables comerciantes, creadoras de un clásico de la ciudad.
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Luis Marín

En el versículo décimo sexto del capítulo séptimo del Evangelio de Mateo, Jesucristo asegura que el ser humano será conocido por sus frutos. En tal sentido, podríamos decir que las cerca de cuarenta laboriosas mujeres que en verano nos ofrecen sus magníficas humitas en diversos lugares del centro, son personas de bien. Pero, más allá de aquel juicio, lo cierto es que esta tradición ennoblece no sólo nuestros paladares sino que enriquece a Temuco como ciudad.

EL AROMA

Cuando nuestros trabajos y nuestros días nos impulsan hacia el centro de Temuco, a veces a despecho del calor agobiante del estío, y nos vemos impelidos a cruzar la a veces intransitable intersección de las calles Bulnes y Montt, nuestras glándulas olfativas se sorprenden gratamente: Un aroma a campo, a infancia o a cocina generosa; el olor fragante de la verde albahaca; tal vez el recuerdo del ya en desuso y trabajoso aunque entrañable molino de metal, nos recuerdan que la humita -amarilla como un sol ardiente, envuelta en una hoja color verde alimonado y una de las mayores delicias culinarias de Chile- ha irrumpido en escena… y que es preciso disfrutarlas, antes que "el caballo del viejo otoño con su barba roja" (Neruda) se abata sobre el hemisferio.

La historia comenzó hará unas tres décadas, pero tras una serie de dimes y diretes podemos establecer el año de 1998 como un antes y un después. Fue ahí cuando las vendedoras de esta delicia culinaria se organizaron y obtuvieron autorización sanitaria y municipal definitiva, además de formar un sindicato. Muchas de ellas son mujeres de esfuerzo, que con lo recaudado entre diciembre y marzo pueden subvenir a una parte no menor de sus requerimientos familiares.

DELANTAL VIOLETA

Reconocerlas es simple. Su delantal color violeta claro y sus canastos de mimbre colmados de humitas -quizá la más gloriosa de las hijas del choclo estival- ya forman parte, desde hace casi tres décadas, del paisaje de Temuco entre diciembre y marzo. O al menos de ese cuadrante conformado por las calles Montt, Portales y Rodríguez (de sur a norte), y Prat, Bulnes y Aldunate (de oeste a este), acaso el centro neurálgico de la ciudad del Ñielol. Pero donde más las hallamos es sin duda en la intersección de las calles Bulnes y Montt.

Nos es posible conjeturar que es en Temuco donde más se las encuentra, acaso más que en ciudades de la zona central del país. O es acá al menos donde están mejor organizadas; tal vez porque, como suele repetirse con lógica incontrarrestable, Temuco es la puerta de entrada del turismo hacia la zona sur.

El TOQUECITO PERSONAL

Susana Herrera, natural de Padre Las Casas, lleva unos 20 años en el negocio y se siente conforme. Dice vender en promedio unas 100 humitas diarias. Nos aclara que a la gente le fascina la receta que utilizan, la que de manera sonriente se niega a entregarnos, aunque a renglón seguido nos afirma que "usted la puede hallar en decenas de sitios de Internet, pero obviamente una tiene su toquecito personal".

No todas cuentan con el respectivo permiso municipal. Una de las que sí lo tienen -y que son la mayoría- es la señora Isolda Méndez, quien asegura llevar unos 30 años en el oficio.

"Es un trabajo sacrificado, pero que nos ayuda bastante. En los primeros tiempos no siempre nos daban el permiso, pero ahora se nos considera. Cada humita (con o sin ají) vale mil quinientos pesos, pero con una sola usted se puede dar por almorzado. Todos los turistas se detienen a preguntar y quedan gratamente sorprendidos con nuestra preparación".

Es pasado el mediodía, el centro sigue su ritmo insaciable e incansable, mientras el aroma a cloclo cocinado con cariño penetra cada rincón y transforma a los transeúntes en bestias hambrientas.

El semáforo cambia y me despido de la vorágine, del payaso que vende globos de colores y "de las nubes harapientas del verano" (Jorge Teillier).


un estudio asegura que el ejercicio ayuda a los microorganismos que habitan en

El intestino humano alberga una colección completa de más de 100 trillones de microorganismos, los que regulan la actividad de nuestro cuerpo y están involucrados en funciones de gran importancia.

Investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder (EE.UU.) descubrieron que realizar ejercicio constante puede alterar de manera positiva el funcionamiento de la comunidad biológica y mejorar el metabolismo.

La investigación, publicada en la revista Inmunology and Cell Biology, señala que realizar actividad física incluso en la infancia puede abrir una ventana para tener una salud óptima a largo plazo.

"El ejercicio afecta a muchos aspectos de la salud, tanto metabólica como mental, y solo ahora la gente empieza a mirar la plasticidad de estos microbios intestinales", sostuvo Monika Fleshner, académica de la Universidad de Colorado y autora principal del estudio.

Según la especialista en fisiología, la novedad de la investigación radica en cómo la gente empezó a asimilar la importancia de estos organismos.

Los microbios se instalan dentro de los intestinos humanos poco después del nacimiento y son vitales para el desarrollo del sistema inmune y de diversas funciones neuronales.

Estos organismos pueden añadir hasta cinco millones de genes al perfil genético global de una persona. Por lo tanto, tienen un enorme poder para influir en la fisiología humana.

Mientras, esta diversa comunidad microbiana sigue siendo maleable durante la vida adulta y puede estar influenciada por factores ambientales como la dieta y los patrones de sueño. De allí surge la "plasticidad" de los microorganismos intestinales, según los investigadores, que descubrieron que este efecto ocurre a una edad temprana.

En síntesis, el estudio encontró que las ratas jóvenes que hacían ejercicios diarios de manera voluntaria desarrollaban una estructura microbiana más beneficiosa, incluyendo la expansión de las especies de bacterias probióticas en su intestino, en comparación con otros roedores de mayor edad que también realizaban actividades físicas y un tercer grupo que se inclinó por llevar una vida sedentaria.

Pese a que los investigadores no han identificado hasta el momento la edad exacta en la que empieza a operar este efecto, de todos modos recalcaron la importancia de comenzar a ejercitarse desde la infancia.

100 humitas o más venden diariamente las comerciantes ubicadas en pleno centro de la capital regional.