Carboneros de Cholchol cambian sus vidas con innovador proyecto
PROGRESO. El proceso tradicional, que implicaba arduas horas de trabajo, ha quedado en la memoria de los hombres del carbón, quienes ven con alegría cómo ha mejorado su calidad de vida.
Sólo 12 años de vida tenía José Curamil cuando por primera vez sus manos -tras dejar el lápiz y el papel de los estudios- produjeron carbón vegetal. Un oficio que en ningún caso le era ajeno, pues sus abuelos y su padre también dedicaron sus vidas a esta labor.
"Desde niño me dediqué al carbón, porque no teníamos otro recurso. Tuvimos crías de animales, pero no daba al campo; la tierra era muy poca. Debido a eso me dediqué al 'carboneo', como mi padre, mis abuelos", relata.
Son tres generaciones familiares, tres historias que unidas por el vínculo con la misma tierra de Cholchol y por el mismo esforzado oficio podrían haberse escrito con similar destino. Sin embargo, el anhelo de emprender y la asociatividad cambiaron el rumbo de Curamil hace un año.
Esto porque él junto a otros 14 emprendedores que viven en sectores rurales de Cholchol conformaron la Cooperativa de Productores de Carbón Newen Kutral en 2015, con la cual participan en un innovador proyecto, que les permite producir el combustible a partir de la biomasa de dos forestales, mediante un moderno proceso en hornos metálicos.
Un proyecto financiado por la Fundación de Innovación Agraria (FIA) y apoyado por las empresas forestales Mininco y Bosques Cautín, que ha facilitado la ardua labor de los productores de carbón vegetal.
"Estamos muy contentos con este proyecto, porque nos ha cambiado la vida (...). El trabajo antes era muy duro, porque teníamos que juntar la leña tirada por bueyes, carretas, picar con hacha. Ahora es más fácil, porque nos dan los desechos", cuenta.
Sin embargo, los beneficios del proyecto no sólo se han reflejado en la optimización del proceso de producción, sino también en el incremento de sus ingresos.
"Antes producía 100 kilos mensuales y ahora 300, y queremos hacer más en el futuro (...). Ahora nos llega el doble de lo que ganábamos, entonces los niños (sus dos hijos) viven mejor, visten mejor", cuenta Curamil.
Jonás Nahuelpi, otro integrante de la cooperativa, no sólo comparte la satisfacción con Curamil, sino que muchos pasajes de sus historias de vida tienen puntos en común. Por ejemplo, comienza a trabajar en el mundo del carbón siendo muy joven, oficio que también es una tradición heredada.
Un oficio cuya práctica ha variado considerablemente para él. "Con el proyecto ha habido un cambio grande, porque antes trabajábamos en hornos de tierra y la madera la sacábamos de nuestros árboles. Este horno es más rápido, porque producimos en tres días lo que antes hacíamos en 15. Entonces me ha ido muy bien... me ha cambiado la vida", asegura.
PROYECTO
Este innovador proyecto, denominado "Programa de mejoramiento de la producción y comercialización del carbón vegetal" comienza a ejecutarse a inicios del 2015, con el propósito de generar una alianza estratégica entre las comunidades que trabajan este combustible y las empresas de la zona.
De esta forma, las forestales Mininco y Bosques Cautín ponen a disposición de la cooperativa los residuos provenientes de las podas y raleos de pinos y eucaliptus (causantes, muchas veces, de los incendios forestales), los que son transformados en carbón por los productores locales.
Este proceso es posible a través de los ocho hornos metálicos, los que además de reducir el tiempo de elaboración del carbón, cuentan con la particularidad de que son movibles, lo que permite que los carboneros no deban transitar extensas distancias para realizar su labor.
Todo este trabajo asociativo es para Rodrigo Gallardo, jefe de la Unidad de Programas y Proyectos de FIA, lo más destacable del proyecto.
"Lo importante acá es la forma en la que se logra la asociatividad. Aquí hay un grupo de productores de carbón que se asoció, formó una cooperativa y están trabajando con la empresa consultora, y al mismo tiempo están las empresas forestales que están interesadas en aportar. Este es un modelo replicable y su valor está en cómo se armó toda esta organización", afirmó.
MEDIO AMBIENTE
Nazir Hechem, subgerente de Asuntos Públicos de Forestal Mininco, también destacó la trascendencia del trabajo con la cooperativa. "El objetivo es entregar herramientas a las comunidades que viven cerca de nuestras plantaciones, para que mejoren su calidad de vida y logren tener ingresos sostenibles en el tiempo, a través de actividades que sean sustentables ambientalmente", señaló.
Este fue, precisamente, un aspecto en el que coincidió el seremi de Medio Ambiente, Marco Pichunman, quien indicó que "el trabajo de la cooperativa es muy positivo porque trae ventajas importantes, como por ejemplo que reduce la presión sobre el bosque nativo, porque ahora se recurre a los desechos del bosque forestal exótico. Al proteger nuestro bosque nativo, estamos protegiendo también la biodiversidad, los recursos hídricos".
Asimismo, el seremi destacó que el carbón vegetal "es un combustible mucho más limpio que la leña en sí". Por ello precisó que existe un importante nicho de desarrollo de mercado en la fabricación de estufas a carbón.
Este proyecto, además, cobra relevancia en el contexto nacional, donde la escasez de carbón obliga a importar este combustible desde Argentina, Bolivia o Brasil.
Actualmente el carbón producido por la cooperativa -para la parrilla y la calefacción- se vende en locales comerciales de toda la Región.
Este proyecto, que contempla tres años en su ejecución, prontamente comenzará con una etapa que busca elaborar por primera vez en la Región briquetas para calefacción a partir del dijo (molido) del carbón.