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Las duras historias detrás de las víctimas de la tragedia de Angol

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Lorenzo Lovera

Los Sauces vivió ayer su segundo día de luto. Es que la muerte de nueve de los suyos impactó a sus 7 mil 800 habitantes y dejó al descubierto las precarias condiciones en que trabajaban los temporeros.

De hecho, a bordo del Kia Besta en que viajaban rumbo a sus faenas frutícolas, iban cuatro personas que por primera vez tenían un trabajo remunerado. Otros, tomaron la decisión a último minuto para ir hasta Angol y así obtener un dinero extra.

Una de las situaciones que más se preguntan y cuestionan los familiares, amigos y cercanos a los trabajadores fallecidos es cómo podían ir a sus trabajos bajo nulas medidas de seguridad. "Nadie fiscaliza a las empresas, reciben a menores de edad y nadie las fiscaliza", dijo Yohana Alarcón, quien era pareja de Daniel Retamal, con quien tenía un hijo de 3 años.

Todos los familiares coinciden en que las autoridades deben hacer las investigaciones para que el caso de los suyos no se vuelva a repetir. Por ahora, esperan que concluya el proceso del último adiós para recién allí, empezar a analizar eventuales acciones legales.

Los funerales de las víctimas serán mañana y será el Cementerio Municipal de Los Sauces el punto neurálgico del último adiós a las nueve víctimas de la tragedia de Angol.

Segundo Aladino Muñoz Alarcón (65) tomó el furgón hacia la faena de arándanos el mismo día en que festejaría su cumpleaños número 65. Su hija, Lorena Muñoz, no lo acompañó porque precisamente estaba preparándole una fiesta sorpresa. Todos los preparativos se desplomaron a las 06.35 de la mañana del pasado sábado cuando un violento choque terminó fulminantemente con su vida y la de 8 personas más, incluido su nieto. Su vida laboral siempre estuvo ligada a la fruticultura, tal como lo recordó su hija Valeria Muñoz Ayala, quien relató que "mi papá no estaba trabajando porque tenía artrosis múltiple, en la cadera y en la rodilla. Mi papá tuvo un accidente con el patrón antiguo que tenía, porque él siempre trabajó de obrero, nunca tuvo contrato, después que se le cayó un portón encima le hicieron contrato. Yo ahí le dije que no trabajara más, pero ahora en diciembre él quería trabajar. Él tenía un grupo ciclista en la iglesia y quería comprarse una bicicleta nueva para salir a misionar".

El viaje fatal en su día de cumpleaños

El sueño de Nicolás Marcelo Bravo Flores, de 18 años, era trabajar para tener dinero y comprarse una bicicleta nueva, ya que era un asiduo deportista amateur. Ese anhelo estuvo a punto de cumplirse, de no ser por el fatídico viaje que terminó por derrumbar no sólo su sueño de adquirir una bicicleta un poco más profesional, sino que además truncó la relación amorosa que mantenía con otra de las personas que viajaban a bordo esa mañana, Bárbara Alejandra Henríquez Ayala. Entre sus familiares existe rabia por las condiciones en las cuales trabajaba su retoño y aquella se maximiza al saber que ese día sábado 9 de enero de 2016 iba a ser el último día en el campo angolino San Pedro. En su hogar de Los Sauces pocos podían encontrar consuelo al saber que Nicolás ya no estará más y esperan que las autoridades de Gobierno puedan investigar a las empresas involucradas en este accidente para que su muerte y la de otras ocho personas no quede impune.

La historia de su trágico último día

Bárbara Henríquez (17) estaba pasando un buen momento emocional. Mantenía un pololeo con Nicolás Bravo (18) y a la par disfrutaba de la crianza de su hija de 2 años de vida. Su complicada situación económica la llevó a tener que afrontar su primer trabajo remunerado a pesar de su corta edad. Su convicción era tal, que día a día se levantaba de madrugada para ir hasta Angol y cumplir con sus labores. Ese presente era muy distinto a sus primeros años de infancia, donde el abandono y la pobreza la perseguía día a día. Por suerte, su tía Valeria Muñoz y su familia, la acogieron y la criaron como una más de los suyos. Sobre esa vida la aludida explicó que "la Bárbara había dejado de estudiar, su mamá llamó a mi mamá, le dijo que quería trabajar por su guagua, y mi mamá le dijo que la recibía en su casa. Ella mantenía sola a su hijo. Ella cuando cursaba octavo ya había perdido una guagüita, había estado en un hogar, en casa de familiares".

La joven que trabajó por su hijo

Los dos años que pasó Daniel Retamal Fernández en la cárcel de Angol, tras ser condenado por una riña, hizo que su vida cambiara. Su detención se produjo tan sólo 10 días después que naciera su primer y único hijo, dejándolo privado de disfrutar de él y de su pareja, Yohana Alarcón Sánchez. Esa relación que alcanzó a extenderse por cinco años provocó que Retamal asumiera las riendas del hogar de la mano de sus trabajos como temporero en diversos predios de Los Sauces. Claro que su destino pudo ser otro si él hubiese cumplido su palabra de tomarse unas mini vacaciones para acompañar a su pareja. "El descansó porque quería estar conmigo, dijo que el lunes saldría a trabajar, pero decidió ir el sábado, nos encontramos con una persona que dijo que estaban pagando bien en ese lado, que el día domingo lo pagaban doble. Entonces él me dijo que saldría de inmediato el lunes. Ubicó al Piri, que es el chofer del Furgón, se pusieron de acuerdo y lo pasaron a buscar", dijo su pareja, quien hoy no sabe cómo saldrá adelante con su hijo.

Su paso por la cárcel lo hizo cambiar

"Él tenía un grupo de reggaetón, grababa con el computador que había en la casa, bajaba las pistas y le colocaba las voces". Así recuerda María Sepúlveda Alarcón a su hijo, Aldo Valerio Pérez Sepúlveda, de 20 años, y que por primera vez incursionó en el mundo laboral con la finalidad de comprarse por sus propios medios su ropa favorita. "Él trabajaba porque no quería que yo le comprara la ropa, yo del 2002 que trabajo como temporera en las manzanas y llegaba cansada a la casa; entonces él quería trabajar para comprarse su ropa", relató la que en realidad es su madrastra. En honor a la verdad, Aldo Pérez es hijo de una de sus hermanas, pero ella al no tener una buena situación económica, prefirió que sea María quien cuidara de su hijo y por eso sentencia que "dicen que madre es la que cría, no la que engendra, él me decía mamá. Mi hermana nunca se opuso a que yo me quedara con él", dijo. Sobre el trabajo de su hijo explicó que "es un trabajo arriesgado, uno sale para la pega, pero no sabe si regresará con vida", sentenció.

El reggaetonero que cantaba por la U

La historia de esta tragedia tiene un sólo antecedente que no se tiñó de luto. La protagonista es la joven Madeleine Vallejos Muñoz, de 16 años, quien fue la única persona que viajaba a bordo del furgón Kia Besta que logró salir con vida. La explicación para su padre, Antonio Vallejos, de que su hija esté viva obedece exclusivamente a que "Dios quiso otra cosa". A pesar de lograr salir con vida del furgón, Madeleine vivió la triste experiencia de ver a su abuelo decapitado y a su primo también fallecido. Tras ser rescatada, fue inmediatamente enviada al hospital de Angol para ser intervenida quirúrgicamente en su garganta, operación que resultó favorable. Según explicó su progenitor, Madeleine hoy "está choqueada, se le olvidó todo, no recuerda nada del accidente. Ni siquiera sabe en qué día estamos", sentenció. Por ahora, tanto su familia como la Fiscalía, espera que Madeleine se mejore y así pueda entregar alguna declaración que de luces que puedan explicar qué ocurrió la mañana del sábado 9 de enero.

El milagro llamado Madeleine

Segundo Aladino Muñoz Alarcón

65 años

Nicolás Marcelo Bravo Flores

18 años

Daniel Antonio

Retamal

Fernández

35 años

Aldo Valerio Pérez Sepúlveda

20 años

Madeleine

Vallejos Muñoz

16 años