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La ruta de los cochayuyeros lafkenches de Carahue

PRODUCCIÓN. Entre 2010 y 2015 la producción de cochayuyo de orilla de Carahue aumentó de 15 a casi 300 toneladas anuales.
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Luis Marín

Al llegar al sector de Lilicura -tras recorrer desde Nehuentúe uno de esos tantos caminos ripiados de La Frontera, donde el paisaje y el silencio interminable de los campos sobrecoge-, acudimos a la casa de María Cristina Llancapán, presidenta del Sindicato Lafken Malen de Trabajadoras Independientes de Recolección de Orilla, que tiene 25 socias de los territorios de Lilicura, Arrayanes, Bajo Yupehue y Hueñalihuen.

Vive junto a su compañero, Bernardo Huenumán, quien es el tesorero de la Agrupación Newen Lafken de Buzos Mariscadores y Pescadores de Orilla de los mismos sectores carahuinos. Los hallamos construyendo -o más bien mejorando y cambiando de sitio- una sala de procesamiento, lavado y envasado de cochayuyo ya cocido, generada con recursos del Indap.

También vemos unos niños y dos o tres perros, de una docilidad desacostumbrada. "Ése, color té con leche que usted ve ahí llegó pidiendo comida y se quedó no' más", afirma María Cristina.

Al referirse a la planta de procesamiento que construye, cuenta que "es muy importante procesar el producto, secarlo y venderlo ya listo para ser industrializado. Con este saco que usted ve acá -una bolsa de polietileno que contiene un producto parecido a la carne de soya disecada- fabrican tallarines o la base de otros alimentos como galletones y rodelas. No sale a cuenta vender el cochayuyo seco y sin procesar".

María Cristina y Bernardo viven de la recolección del cochayuyo, alga marina que según estudios científicos tiene cualidades no sólo alimenticias sino también salutíferas aventajadas.

El ingeniero avilés

Humberto Avilés Garrido (27 años), titulado hace no mucho de Ingeniería en Administración en la Universidad de La Frontera de Temuco, es una persona de energía incombustible. Desde hace un año es jefe de la Unidad de Pesca y Acuicultura del municipio enclavado en la ciudad que lo viera nacer; y tiene a su haber la gestión de a lo menos diez proyectos que vendrán en mejorar la calidad de vida de los habitantes de la comuna costera.

Según Avilés, desde hace unos cinco años la producción de esta alga ha aumentado de manera exponencial. Desde las 15 hasta las casi 300 toneladas anuales.

"Este litoral de La Araucanía tiene grandes potencialidades para el desarrollo de la recolección de algas, como luga-luga, luche, pero ante todo cochayuyo pardo del tipo Durvillaea antarctica, y con un potencial productivo ligado a la exportación de la materia prima procesada a nuevos mercados, tanto nacionales como internacionales".

"En zonas como Lilicura, Bajo Yupehue, Arrayanes y Hueñalihuen, entre otras, existen organizaciones que agrupan a comunidades indígenas que subsisten principalmente de la recolección de orilla y extracción de mariscos. Pero son evidentes las brechas en materia de comercialización, presentación de sus productos y financiamiento a ideas de emprendimiento productivo. Además, no existe un plan de manejo para el banco natural de algas, situación que podría generar un posible agotamiento del recurso", asegura.

Lilicura

A María Llancapán, de Lilicura, le consultamos su opinión acerca del tema del viaje ritual en carretas con bueyes, desde esos sectores hacia la capital de La Araucanía.

Nos aclara: "Si usted me pregunta sobre el viaje de los cochayuyeros a la ciudad de Temuco, debo decirle que hay una sola familia que lo sigue realizando, los Mellako, del sector de Casa Piedra, de la comuna de Tirúa, que está a 15 kilómetros de Lilicura, pero pertenece a la Provincia de Arauco".

Cuenta que "es un viaje muy duro que a veces se prolonga una semana, y en más de una ocasión ha provocado la muerte de los bueyes que portan el cochayuyo, a causa de la extenuación, sobre todo en el invierno; a veces los animales han debido regresar en camión, para poder salvarse. Por cierto que se trata de un ritual muy bello y respetable, pero creo que la gente ya no está para tales sacrificios", cuenta.

Nos despedimos de la familia y unos kilómetros más adelante nos asombra un feroz y verde acantilado con vista al Pacífico y a la célebre isla Mocha, que pertenece a la comuna de Lebu y donde según la leyenda circulaba la ballena blanca que inspiró a la célebre "Moby Dick", de la novela de Herman Melville. Vemos en la orilla unos bancos de alga que parecen usurpar buena parte de la playa: es una suerte de plantación.

Mientras nos subimos a la plataforma de uno de los tantos ascensores de madera de la zona, el que funciona a petróleo y mediante una roldana y un cable de acero que permite alzar unos 100 kilos del producto en tan sólo media hora -en lugar de las muchas que se toman quienes suben a pie y con la misma cantidad, en dos o tres viajes, los más de 300 metros que separan el mar de la parte superior-, percibimos que se halla en mal estado.

El ingeniero afirma que ya se aprobó la construcción de algunos ascensores de metal galvanizado para impedir los sempiternos desperfectos.

Por un sendero que rodea los cerros se ve subir a Rosa Peña, nacida en el sector de Arrayanes pero residente en Lilicura, y quien acompañada de una adolescente carga sobre sus hombros varios kilos de cochayuyo recién extraído. Asegura que se ha dedicado al oficio durante toda su existencia, pero no obstante la fatiga que de seguro entraña el mismo, su actitud es la de una persona alegre y sin dobleces.

Algo más atrás aparece Joel Huenchuñir, natural de Lilicura. Portando un traje de caucho que ya se ha quitado, asegura que realiza el mismo oficio incluso en el invierno, y que para evitar accidentes es preciso conocer de buena forma el rodaje del mar.

"Hay que salir temprano, como a eso de las 9, y es importante no meterle corvo a todos los cultivos y respetar la planta, para que el recurso no se agote. Usted puede ver que ahora tenemos un buen banco de algas. Cuando se haga la grúa de metal sin duda que la pega será más sobrellevable. Por último, si me aburro o se me agota el newen, tengo algunas vaquitas por ahí, en cambio hay recolectores que no tienen nada", nos dice.

Nos despedimos de estos hombres y mujeres heroicos que parecen indestructibles, y acudimos al Centro de Acopio de Hueñaliwen, un inmueble de ponderables dimensiones que data de 1999 y que al parecer se usa poco.

"Quizás estaba sobredimensionado. Tal vez se le pueda reactivar. Si se potencia su uso con energías alternativas, tanto mejor", puntualiza el ingeniero Avilés.

300 toneladas de esta alga se producen en el litoral costero de Carahue. Según el alcalde Pedro Vera, es prioritario que esta producción vaya acompañada con mejores condiciones de trabajo para los recolectores. 90 por ciento

de la producción total del choro maltón (también conocido como choro zapato) se produce en la localidad carahuina de Nehuentúe. 100 kilos del alga recién cortada suben a diario en promedio, desde abajo del acantilado de 300 metros de la playa de Lilicura, quienes se dedican a esta actividad. A veces lo hacen sin el concurso del ascensor a petróleo.