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El barrio Coilaco: donde la muerte se abraza con la vida

PATRIMONIO. Conocimos el enclave que contiene al hospital, la cárcel y el cementerio, y que aún conserva adoquinadas calles.
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Luis Marín

La señora Blanca Muñoz, nacida y criada en el barrio Coilaco, se ha dedicado durante su vida entera a la venta de flores para el cementerio. "Yo era casi una niña cuando vendía mis adornos de manera ambulante; le hablo de hace 40 años, cuando los vendedores de las pérgolas nos correteaban porque les hacíamos competencia. Pero en el último año del alcalde Saffirio (2004), formé el sindicato de floristas. Ahora todos mis hijos son profesionales: Ricardo es ingeniero civil industrial, Constanza es enfermera y Paola ingeniera en informática".

La historia de esfuerzo de la señora Blanca -cuyo local de flores, quizá por una de esas casualidades preñadas de sentido de las que nos habla Nietzsche, está emplazado en calle Blanco a la altura del 75- es una de las tantas biografías sorprendentes de este barrio. Sin ir más lejos, el cantautor Tito Fernández nació casi en frente de la florería de nuestra entrevistada, en calle Blanco 60. Y cabe mencionar que en Coilaco -que en mapudungun significa "aguas mentirosas", porque había napas subterráneas que solían hacer de las suyas- tomaron pensión los Premio Nobel Pablo Neruda (cuando ya se había emancipado) y Gabriela Mistral; esta última en calle Carrera al llegar a Lautaro, exactamente en frente del restaurante "Don Moise".

CEMENTERIO Y CÁRCEL

Históricamente, el barrio abarca las avenidas Prieto, Balmaceda, Caupolicán y la calle Rodríguez. Pero según el académico Jorge Romero, quien trabajara en el Plan Regulador de Temuco, el nombre Coilaco se ha ido perdiendo a causa de políticas públicas y sobre todo privadas deficientes.

"Yo luché porque este barrio fuera declarado patrimonial, pero por muchas razones no se pudo", asegura. El sector coincide en buena parte con lo que algunos han dado en llamar el Triángulo de la Muerte, pues sus vértices concuerdan con la Cárcel, el ala norte del Hospital Regional y el Cementerio General de Temuco.

En este último recinto acaecen en promedio tres entierros diarios. Según nuestra fuente, la fecha de fundación del camposanto es de 1896, y la proliferación de recintos privados no le ha quitado a éste importancia. Cuenta con 45 patios y atiende entre las 8 y las 18:30 horas, durante todo el año. Allí yacen enterradas personas tan célebres como el ingeniero Teodoro Schmidt (quien trazara las calles de la ciudad fundada como fuerte por Manuel Recabarren), el polémico capitán Hernán Trizano y el ex alcalde Germán Becker Bäechler.

En cuando al Centro de Cumplimiento Penitenciario de Temuco -que como la inmensa mayoría de los recintos de esa índole , yace con sobrepoblación de reos y está lejos de estar al nivel de un país que se acerca al desarrollo-, basta por ahora con decir que su emplazamiento entre Las Heras, Miraflores, Lynch y Balmaceda, ha provocado a los vecinos de Coilaco no pocos dolores de cabeza.

ETANOLES Y ALGO MÁS

La señora Leonor Jiménez, que lleva 14 años en una de las pérgolas contiguas al cementerio, asegura que las flores más demandadas son la siempre viva, los claveles, el statice, el lilium y las ilusiones, y por cierto los adornos con éstas y otras tantas realizados. Al consultarle sobre la abundancia de restaurantes y expendios de bebidas espirituosas en el barrio, nos asegura que antes había más, pero que muy pocas veces ha visto ella reyertas achacables al consumo de etanol.

No huelga decir que los nombres con que la gente conoce estos recintos -donde suelen coincidir folcloristas, profesores, jubilados épicos, desocupados esplendentes, vendedores ambulantes, estudiantes y por cierto que muchos de esos viejos "licoreados por el destino" -al decir de Rokha- no suele ser aquel que en estricto rigor tienen. Dos ejemplos: el local "Euro Shop", de Balmaceda con Blanco, se conoce como el "Patas de leche"; y el recinto de Miraflores 102 esquina Blanco, regentado en su ya tercera generación por don Claudio Cabezas, es por todos conocidos como "La Serpiente".

"Yo me invito a entrar / a la casa del vino / cuyas puertas siempre abiertas / no sirven para salir", dicen los versos de un conocido poeta, y aquella divisa de rasgos universales quizá sea aplicable a este enclave que forma parte del Temuco antiguo. Pero a despecho del acaso incuestionable dramatismo de este aserto, Coilaco todavía conserva sus encantos.

Y el restaurante "Don Moise" es sin duda uno de ellos. Debe su nombre a don Moisés Gaete Gaete -quien lo fundara en un otoñal día de 1960, al lado de un almacén regentado por él mismo- y que se hiciera célebre por contener un wurlitzer, que a la sazón sólo tenían sitios más emperifollados. En este local gallardo -al cual solían acudir las "niñas de la noche" antes de que existiese el celular- es dable hallar cazuelas de gallina de campo, guatitas en plato de greda, amigables empanadas, humitas veraniegas y un repertorio ponderable de vinos y licores. Consultado Rolando Gaete, el hijo del mítico fundador, dice: "La cosa se sigue moviendo, y si bien hubo tiempos mejores, es imperativo seguir con la tradición familiar inaugurada por mi padre".

Y es ésa la opción que mejor representa el sentir de la mayoría de los coilaquenses, sobre todo de los más antiguos, como el matrimonio de Samuel Soto e Ida Villegas, quienes residen en Coilaco desde el 64. La señora Ida, puntualiza que "no me opongo a la modernidad, pero hay que ponerle límites. Sería terrible que sacaran los adoquines. Este barrio era maravilloso, y aún conserva algo. Recuerdo la lechería de Carrera con Montt, la feria que se instalaba allí, las inundaciones, las fiestas populares, los 1 de noviembre, tantas cosas lindas. Mucho de eso se ha perdido, pero debemos hacer florecer lo que aún sobrevive".