Secciones

"Club radical" : donde el tiempo se detiene para conversar a tratar el autismo

CIUDAD. El restaurante de Montt 1044 es uno de esos sitios que, a despecho de la modernidad alienante, mantiene una vigencia de casi 80 años.
E-mail Compartir

Luis Marín

El sociólogo Rodrigo Hiriarte asegura que el Club Radical de Temuco -que data de 1937- es uno de esos sitios que podrían llamarse 'finales', "pues, aparte de tener una finalidad, ha subsistido a esa característica tan propiamente temuquense -y de la modernidad alienante- de ser una urbe en perpetua construcción y que mira a su pasado con dificultad", asegura el profesional.

Emplazado en Montt 1044, entre Aldunate y General Mackenna y casi al lado de la también regional multitienda Gejman, el restaurante de marras es actualmente administrado por Roberto Antilef, quien se lo arrienda desde hace 12 años a la señora Cecilia Valenzuela.

ALGO DE HISTORIA

Como todos los clubes radicales del país, el de Temuco nació también bajo el alero -o, para ser más precisos, bajo cierto existencial designio- del Partido Radical, el más antiguo de Chile (data de 1863) y entronizado en el poder entre 1938 y 1952. Más que ningún otro conglomerado político, los radicales hicieron suya la premisa de Sancho Panza en orden a que "tripas llevan corazón, pero no corazón tripas", y que alude al hecho de que no hay mejor instancia que una cena o un almuerzo, idealmente al amparo de alguna bebida espirituosa, para crear lazos y zanjar discordias.

Lo cierto es que más allá de si el aserto que el insigne Sancho profiriera en la ínsula de Barataria, sea o no incontrovertible, en el Club Radical -un inmueble que contiene unas 40 mesas distribuidas en tres salones, uno de los cuales está apenas separado por una puerta- hallamos una oferta digna del gigante Pantagruel. Algunos de los mejores platos son el Lomo Champiñón ($ 5.800), el Congrio a la Plancha ($ 5.200) y la Escalopa Káiser ($ 3.800), sin olvidar por cierto los gloriosos braseros para dos o para cuatro ni las tradicionales pichangas que contienen papas fritas, vacuno, longaniza, pickle, palta, vienesa, tomate, huevo y aceituna.

En cuanto a las bebidas, es dable mencionar que se encuentran casi todas, y por cierto algunas como la Sangría (ideal para resucitar personas) o los ponches de estación.

DON JULIO

En el Radical es posible encontrar habitúes que han hecho del mismo una segunda casa. Según don Julio Gómez, que se desempeñara como jefe administrativo en diversas empresas comerciales, el ambiente del local es por decir lo menos plácido.

"Yo y otras personas -como el Licenciado de la Mora por dar sólo un ejemplo- somos ya parte del mobiliario. Vengo desde hace 30 años y le podría jurar que jamás he visto acá peleas ni discusiones agrias, y que muchas veces vine con mis hijos", asegura el caballero mientras sorbe un espumoso y amarillo schop.

¿RADICALES?

Y es que la camaradería parece acá consustancial. Varones insignes y no pocas veces provectos, son en su mayor parte los contertulios, aunque en los actuales tiempos también acuden mujeres. En el Club Radical, lugar donde trabajan 14 personas, aún es posible vindicar el arte de la conversación, pues no colocan música y el televisor apenas interrumpe algunas horas.

Y si bien el administrador afirma que lo único que este gallardo sitio tiene de los radicales es el nombre, nos parece que comparte la sana idea de los mismos de generar lazos departiendo al amparo de una mesa bien servida y bien regada.

En tiempos donde el pragmatismo nos agobia y nos sugiere que las relaciones humanas es posible hacerlas por control remoto, lugares como el Club Radical están en cierto modo a contrapelo de la máquina del mundo, pero acaso por lo mismo resultan entrañables y, paradójicamente, están preñados de porvenir.

Es dable señalar que el local también cuenta con un quincho de momento en desuso, y que en los tiempos de la dictadura se reunían los opositores para trazar sus estrategias, sin que dejaran de asistir los adherentes. Tal vez el Radical no tenga nada que ver con el partido que le da el nombre, pero sin duda que conserva una parte -acaso la mejor- de su designio.


especialistas descubren hormona que ayudaría

Un equipo de científicos de Estados Unidos localizó la hormona que estimula la empatía, lo que abre una nueva línea de investigación para el tratamiento de enfermedades de trastorno de la personalidad, como el autismo, según publicó esta semana la revista Science.

Además del autismo, este avance de los investigadores de la Universidad de Emory en Atlanta (Georgia, EE.UU.) se puede aplicar a la esquizofrenia.

Probar que los animales son sensibles a las emociones de los demás seres vivos y que son capaces de consolarse unos a otros era la hipótesis que los investigadores trataban de probar cuando comenzaron el estudio.

La investigación demostró que, efectivamente, los animales llevan a cabo acciones por empatía y no solo para saciar sus propias necesidades egoístas, pero lo inesperado para los científicos fue poder ir más allá tan pronto e identificar el causante de este impulso emocional.

"Muchos de los más complejos rasgos humanos se originan en procesos cerebrales fundamentales, que se encuentran también en otras especies", explicó Larry Young, uno de los autores del estudio.

El experimento se llevó a cabo con ratones de campo, una especie que es capaz de identificar los lazos entre padres e hijos y mantienen relaciones monogámicas para toda la vida.

El estudio demostró por primera vez, el comportamiento de consolación en roedores, y termina así con la creencia de que los humanos son los únicos seres empáticos.

La consolación, tal y como la entienden los investigadores, consiste en "el contacto dirigido a un individuo afligido para calmarlo".

Cuando un ratón detectaba aflicción, angustia o peligro en otro de sus compañeros, se acercaba y se frotaba contra él para consolarle, de la misma manera que un humano abraza o besa.

Una vez establecida esta lógica, los científicos se dedicaron a alterar la hormona de la empatía para comprobar que, al estimularla, los comportamientos empáticos se incrementan, mientras que al bloquearla, desaparecen.

1937 es el año de fundación del Club Radical de Temuco, que nació bajo la idea de que la mejor instancia para crear lazos es bajo el amparo de una mesa bien servida y bien regada.