Secciones

El "Libro del mar" boliviano volvió a zozobrar en La Serena

E-mail Compartir

Posiciones contrapuestas mostraron el alcalde de La Serena y la Casa Bolívar frente al intento de esta última organización de repartir gratuitamente 200 ejemplares del llamado "Libro del mar" en la Feria del Libro de La Serena. El texto fue hecho en 2014 por la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima de Bolivia para sustentar el juicio contra Chile ante la Corte Internacional de La Haya. Según el alcalde Roberto Jacob, nunca se prohibió la distribución, sino que sólo "se les dijo que no quedaba espacio", pues los stands se habían repartido con bastante antelación. Casa Bolívar acusó una motivación política detrás.

El contrariado amor de Salinger

E-mail Compartir

A la espera de que aparezcan nuevos textos del esquivo J.D. Salinger (1919-2010), Anagrama publicó recientemente "Oona y Salinger", libro de casi 300 páginas donde el escritor francés Frédéric Beigbeder se permite recrear al antojo de su pluma la triste historia de amor entre el autor de "El guardián entre el centeno" y la hija del dramaturgo Eugene O'Neill. Conocido por una misantropía que acrecentó la fama, la ficción del galo se adentra en una época más propicia en la vida del escritor neoyorkino: sus 21 años, en la década de 1940, cuando se enamoró de la hermosa Oona y su partida a la Segunda Guerra Mundial interrumpió el romance. A partir de esta ausencia, Beigbeder imagina las cartas que intercambiaron y en las que Salinger se entera de un hecho devastador que lo amargará por el resto de su vida: la joven de 18 años se habría casado con Charles Chaplin, mayor que ella por 36 años. Incluso conjetura sobre un encuentro final entre ambos, cuarenta años después, en Grand Central Station, todo bajo una mirada masculina y desencantada que examina a cierta vejez fascinada por la juventud.

Fragata portuguesa y veraneo provincial

E-mail Compartir

Las parrillas programáticas culturales del verano, con sus ferias, festivales y espectáculos, definen gran parte de los proyectos de los centros culturales y corporaciones dedicadas al rubro en la provincia, y que trabajan para eso durante todo el año. El muy mentado GAM (centro cultural Gabriela Mistral) capitalino, sería el proveedor de algunos de estos insumos para los centros culturales de provincia, algo como eso le escuché decir a su nuevo director. Los noticiarios veraniegos de TVN son muy clarificadores al respecto. Recordemos que la gente suele veranear en la provincia, al menos la gente que no sale del país, que no es poca. Más aún, muchos creen que un centro cultural se define por lo que es su calendario de eventos, ojalá producidos en Stgo. Es decir, mientras haya Bafochi, Teatro a Mil, Sinfónica y Filarmónica con temporadas de extensión, la cosa está resuelta para nosotros. Todo a medio camino entre la difusión del arte capitalino e internacional y el evento. No podemos olvidar, además, las patéticas ferias librescas, tanto las que organizan los municipios, como las que hacen las pretensiosas editoriales independientes en su proyecto de copamiento del mercado. Y ni hablar de los festivales artísticos en algunas comunas, las que incluso (le) pueden llevar carnaval, tango y harto bailongo callejero, y tamborileo. La clave es tener(le) entretención y espectáculo a los veraneantes.

La otra pega que tienen los centros culturales es el tallerismo endémico con que ofertan a sus comunidades, talleres que pueden ir desde el macramé hasta de crónicas locales, pasando por cocina vernácula. Son satisfactores de demandas blandas para las que un buen alcalde debe estar preparado. Estas funciones secundarias, cercanas al ocio, son las concepciones de sentido común cultural que suelen imperar en los municipios. La cultura (no) debiera protagonizar un cambio radical en la imagen de un territorio. En Chile eso no es posible. Aunque tanto Chiloé, como Valpo le deben a la palabra cultura gran parte de su valor comercial. Ni hablar del litoral de los poetas. La palabrita suele estar como objetivo estratégico en sus planes de desarrollo. Letra muerta, por cierto.

Para mí la pregunta del momento es la siguiente: ¿De qué modo afectará a la cultura la catástrofe política que vive el país? Situación que la mayoría de la población no percibe o ante la cual no reacciona. Uno de los primeros síntomas de la debacle es la corriente ética y jurídica que fiscaliza, pero que por sí sola no puede cambiar el statu quo. Lamentablemente los artistas que antiguamente eran los primeros en reaccionar, hoy no tienen ese anticipo crítico de la catástrofe; su reacción es tardía y sin ningún valor político. Incluso se podría decir que colaboran, ingenuamente, con el clásico pan y circo. Es lamentable el papel degradado y secundario que juega la cultura en el quehacer público, debiendo ser protagonista de los cambios más que necesarios.

Hermosa metáfora el de la fragata portuguesa asolando nuestras costas y liberándonos de los veraneantes indeseados que nos invaden con su escenográfica felicidad. Incluso es posible ver (y escuchar) recitar a poetas con hawayanas en algunos escenarios improvisados de algún chiringuito culturoso. Y probablemente alguna histérica poetizante hará una pataleta para que le hagan un lugarcito privilegiado, alegando discriminación, y se convertirá en clienta frecuente de la institucionalidad cultural. Cuando eso ocurre es porque la decadencia está tocándonos la puerta para invadirnos.

POR Marcelo Mellado*

* Escritor y profesor de Castellano. Es autor de "La batalla de Placilla" .

Galarza y el enfrentamiento literario con su madre

E-mail Compartir

Fragmento de "Una canción de Bob Dylan en la agenda de mi madre" (Montacerdos), del peruano Sergio Galarza (Lima, 1976), una novela que en marzo llega a librerías: "Cuando quise dejar la carrera de Derecho para estudiar periodismo tuvimos nuestras discusiones más fuertes. Ella argumentaba que había grandes escritores que se habían graduado de abogados. En esa época yo tenía miedo de decirle que quería viajar por Europa como un personaje ribeyrano, hambriento, enamorado, con un malestar existencial que alimentara mi escritura. Mi madre había publicado por su cuenta un libro con los poemas de su juventud". Galarza, autor de una trilogía sobre su paso por España ("Paseador de perros", "JFK" y "La librería quemada"), dijo sobre la novela: "Es una elegía y un retrato de ella, pero -a su vez- es la concepción de mi vocación literaria, que produce un enfrentamiento madre-hijo".

Los garagatos de Joaquín Sabina

E-mail Compartir

"No escribo un solo verso, pero todos los días hago cinco dibujos", declaró recientemente el músico español Joaquín Sabina al diario "El País". Prueba de esa pasión es "Garagatos" (Artika), libro que reúne algunos de ellos y que se anuncia como una "edición única, limitada, firmada por el autor y numerada de 4.998 ejemplares". El precio de cada ejemplar se fijó en 2.100 euros y quizás se explica porque fue hecho con mucho primor: contiene un desplegable de casi tres metros de largo con 74 retratos, además de dos libros separados que fueron cosidos a mano con hilo de algodón, donde hay 66 dibujos facsimilares que recorren los diversos temas del artista que el viernes pasado cumplió 67 años. Tiene tapas rojas de vinilo y fue encolado con caucho negro. Además, viene en un estuche de madera lacada en blanco que representa la puerta de una habitación de la casa del cantautor.

Según la casa editora, ya han vendido la mitad de los ejemplares de esta proeza editorial que tuvo un largo proceso de elaboración, que incluyó impresión a cinco tintas, incluida tinta en plata. "Garagatos" está inspirado en su madre, en su padre, en sus gatos, en cosas que le han pasado en la vida y en los pintores como Henri Matisse, Pablo Picasso y Vincent Van Gogh.

Reviven las divas del transformismo

E-mail Compartir

Investigando desde el lenguaje y el dibujo el tema del transformismo, y un poco inspirado por el reality de "Amigas y rivales" que se había en la discotheque Fausto, el diseñador gráfico Jaime Ramírez Cotal presentó su libro "Trata Diva. Retratos ilustrados de la cultura transformista de espectáculo" (Editorial Cuarto Propio). En 80 páginas abarca a una fluorescente galería de divas transformistas de la patria, 25 personajes que van desde las evanescentes "chicas" del Blue Ballet -que reinaron entre 1965 y 1973 en Avenida Vivaceta, donde la Tía Carlina- a la actual Botota y la extinta Hija de Perra, pasando por La Loca de la Cartera, las aguerridas Yeguas del Apocalipsis y la dulce Candy Dubois. El proyecto fue financiado por el Fondart 2015, en la categoría Diseño.