El sur de Chile, al igual de lo que sucede con mayor frecuencia e intensidad en la zona norte y central del país, siente con fuerza los efectos de periodos de sequía particularmente duros, que se repiten de forma alternada cada década.
Para nuestro país, y en especial para La Araucanía, enfrentar este tema es un desafío clave, pese a que desde una perspectiva global nuestro territorio aún puede considerarse muy privilegiado debido a la generosidad con que la naturaleza provee de agua a sus habitantes.
En la Región, la escasez de agua impacta particularmente durante la época estival y eso explica la gran cantidad de camiones aljibe que entregan agua en distintas comunas.
En esos casos, junto con la provisión de emergencia, una alternativa muy relevante y necesaria son los proyectos de Agua Potable Rural (APR), así como la construcción de pozos profundos para los casos de mayor aislamiento.
Los profundos cambios que se están produciendo en el clima por el descuido de la intervención humana a nivel global han provocado que este panorama de sequía ya sea algo recurrente, incluso en zonas como el sur de Chile, que antaño eran reconocidas por la abundancia de agua.
Aparte de los planes de emergencia para llevar agua en estas semanas críticas a las zonas rurales, es menester que el país en su conjunto comience a mirar con mayor preocupación lo que viene en el futuro frente esta necesidad que afecta a los campesinos más humildes de la Región, tanto en su calidad de vida como en las diversas fases productivas.
Hay que actuar ya para, sólo por dar un ejemplo, multiplicar las obras de infraestructura que permitan el almacenamiento de las aguas lluvia que caen sobre todo en los meses de invierno.
Por otra parte, hay que abrirse a la posibilidad de analizar con menos temores la posibilidad de construir embalses que puedan dar una solución más efectiva a esta carencia.