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El Austral en su centenario reconoce el trabajo y trayectoria de sus funcionarios más antiguos

CARRERA. Con ingenio, esfuerzo y la "camiseta puesta" suman entre 35 y 38 años de servicio.
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Andrea Arias

El Austral tiene 119 funcionarios y cada uno de ellos, distribuidos en los distintos departamentos, aporta con su granito de arena para que El Diario de La Araucanía cumpla con su misión de informar a la comunidad.

Y como dicha labor periodística mañana festeja una verdadera hazaña al cumplir cien años de vida, la empresa reconocerá hoy en el histórico cambio de folio el trabajo y la trayectoria de tres funcionarios muy especiales.

No necesariamente son los más longevos, pero sí son los más antiguos y, por lo mismo, protagonistas de una historia, centenaria. No en vano, con una buena dosis de ingenio, esfuerzo, talento y la "camiseta puesta" suman entre 35 y 38 años de servicio.

Se trata de Marco Antonio Cabezas Fuentes (62), Fernando Vásquez Grandón (67) y Alberto Elizardo Coronado Pinilla (58).

Perfiles

Marco Antonio Cabezas Fuentes (62) es el jefe de Mantención e ingresó a El Austral en junio de 1981. Es Técnico Universitario en Electrónica, carrera que cursó en la entonces Universidad de Chile, sede Temuco.

Durante 35 años ha puesto su pasión y talento al servicio de la empresa. Cuenta que llegó a El Austral justo en una época de cambios "cuando la Sociedad Periodística del Sur (Sopesur) -antiguo propietario- había quebrado y un grupo de empresarios locales compró la empresa para resguardarla y venderla más tarde a El Mercurio".

Era la época en que se dejaba atrás la linotipia para comenzar a imprimir con el sistema Off-Set que dio paso al color. Todos estos cambios explotaron su proactividad, lo ayudaron a hacer carrera y a desarrollar su pasión por la electrónica.

"A mí me beneficiaron estos cambios, porque comencé a hacer carrera dentro de la empresa y se me abrieron puertas", comenta Cabezas junto con enfatizar que no fue para nada un trabajo fácil.

"Las máquinas que eran electromecánicas se echaban a perder y había que apurar la producción. Prácticamente vivía aquí: me iban a dejar y yo me estaba acostando cuando me iban a buscar de nuevo", sostiene.

Cabezas recuerda como anécdota que vivió el entierro de la máquina de escribir y puso los primeros computadores en las manos de los reporteros, situación que le significó más de un dolor de cabeza.

"Les costó mucho adaptarse al mouse, a veces se perdía la información y quedaba la grande, me reclamaban a mí. Muchas veces para no molestar al director tuve que adivinar las palabras que le faltaban a la editorial".

Alberto Elizardo Coronado Pinilla (58) cumplió 38 años en la empresa y puede alardear que su oficio es único y exclusivo: es el mecánico de la prensa. Máquina que, sin tapujos, dice conocer mejor que a su señora.

Coronado, quien alguna vez quiso ser camionero, en retrospectiva está convencido que "era mi destino trabajar en El Austral. Sobreviví a un trágico accidente aéreo cuando estaba en la Fach y fue porque el Diario me esperaba".

Llegó a fines de 1978 y primero fue portero. "Estando en ese puesto y desde la puerta miraba la prensa y me gustaba mucho, hasta que se me dio la oportunidad de entrar y ser operador. Estuve diez años trabajando de noche, hasta que en 1990 me convertí en el mecánico del sistema".

Así es como Coronado a pulso y a punta de ingenio se ha encargado de la modernización de la prensa, acomodando las piezas, según las necesidades y la evolución del Diario.

"Esta prensa hubo que adaptarla para la era del color. Recuerdo que lo primero que hicimos fue una foto portada que quedó en realidad en sepia para el mundial del '82".

Fernando Vásquez Grandón (67) también ingresó en 1981. Es Ejecutivo Multimedial y después de 35 años vendiendo avisos puede decir con toda tranquilidad que es el hombre del millón de amigos.

Vásquez recuerda que trabajaba en la tienda Sporting Clothes feliz de la vida cuando el entonces gerente de El Austral, Enrique Alvarado, y su cliente en la tienda, lo convenció para que se uniera a la empresa.

"Me buscó como un año. Me decía que yo era la persona que necesitaban en El Diario, porque era muy conocido. Me daba temor, pero al final resultó excelente", cuenta Vásquez, quien recuerda como anécdota que "cuando recibí mi primer pago no lo gasté, porque era tan generoso que pensé que se habían equivocado".

Vásquez recalca que es un agradecido de sus clientes y de El Austral, lugar que considera su casa y en donde explotó su increíble talento comercial. "Aquí maduré. Eché raíces. Compré mi primera casa y durante todos estos años he podido viajar por Latinoamérica".